Acaba de salir un libro monográfico sobre el entrenador del Madrid, Mourinho (Fenómeno Mou, de Juanma Rodríguez y Rubén Uría, de Ediciones Pàmies, aunque la parte de Rodríguez, favorable al personaje, debiera titularse Mou fenómeno), y naturalmente no se trata de un libro sobre fútbol. Se trata de un excelente libro, para beber en una noche, sobre las graves cuestiones de la humanidad. La Verdad, el Honor, la Gloria, la Firmeza, la Camaradería, la Voluntad y, sin abusar, en algunas frases sueltas para ambientar, algo sobre eso que dicen que es un deporte.

Los mejores libros sobre fútbol, incluso aquellos que narran los encuentros más memorables „como Los partidos del siglo, de John Ludden„, no van sobre deporte, qué van a ir. Una vez un alpinista reconocido me dijo que escalar no era una actividad física, sino una creencia. Hemingway le aseguró a un aspirante a escritor que la literatura era boxear (Rodríguez, por cierto, gran aficionado al boxeo en punto de hablar de fútbol). Siempre tuve claro que el fútbol no es un juego, sino la gran cuestión moral de nuestros días, ´pateada´ en un lenguaje accesible a la masa. Un simple juego, si es que no una preparación para el té de las cinco, es el cricket, y Rodríguez y Uría parecen gente seria con pocas ganas de juguesca.

Es triste que, habiendo hecho tanto en la vida, aquel viejo entrenador que fue del Madrid, Boskov, pasara a la pequeña Historia como el filósofo de lo cotidiano que sólo dijo tres palabras, «fútbol es fútbol», y además una de las tres es falsa. ¿Fútbol es fútbol? Fútbol no es nunca fútbol. Que el fútbol sea fútbol sólo lo deben pensar ya los norteamericanos. Por eso encuentran aburrido algo que puede acabar en cero-cero. No han entendido nada de todo lo que merece la pena entender. Tanto Rodríguez como Uría, uno partidario de Mourinho y otro no tan entusiasmado, han compilado sus mejores artículos publicados en Libertad Digital y en Eurosport sobre aquello a lo que en realidad estamos asistiendo: el portugués, y todo lo que lo rodea, es la mejor reflexión con patas sobre la condición del hombre. ¡Hamlet tampoco era un señor particular de Dinamarca, sino la mortalidad discutiendo con la eternidad!

Rodríguez y Uría, cada uno con sus convicciones y jerarquías, con su cosmovisión, y aunque el libro se subtitule «dos visiones opuestas», convergen en no pocos textos en el fondo, y a lo mejor eso es lo que los hace amigos, al dejar al aire la viga maestra (y carcomida) del ejercicio del periodismo actual: el carecer de un discurso coherente, por tendencia o por moda. Esa falta de coherencia de quienes se escandalizan funcionarialmente con Mourinho resulta escandalosa. Rodríguez lo llama ´doblevarismo´ o ´prostitución intelectual terminal´. El periodismo en España tal vez esté dejando de existir, pero, como la penúltima fase de los cadáveres, se está licuando y el olor es francamente mejorable.

Yo pienso, como no podría ser de otra manera y como cualquiera que se haya molestado en conocer la esencia del Real Madrid, que el entrenador portugués es ese ´segundo padre´ de muchos jugadores al que Santiago Bernabéu hubiese adoptado como hijo primogénito (al menos, tras que echase de la santa casa al hoy rendido mourinhista Di Stéfano). Lástima de desconexión espaciotemporal: los mejores no suelen coincidir cuando deben. ´Daddy´ Bernabéu sabía perfectamente, a la primera calada, de qué material estaba hecho cada hombre, que esto del fútbol no trata jamás de un juego y que la ridícula historieta del señorío tiene la misma posología del cricket, hacer gana para la hora del té.