Soy un desempleado más de esos cinco millones que se está volviendo locospara hacer el curriculum que me acabe dando trabajo 'de lo que sea', que ha hablado con familiares, antiguas empresas o amigos cada vez más lejanos para ver si alguien conoce a alguien que conozca a alguien que me pueda dar un empleo; que sufre la punzada diaria de no saber cual va a ser su futuro.

Soy un profesor despedido que ve que están poniendo la educación pública en serias dificultades; que esa educación de todos está intentando desmontarse para que unas cuantas empresas se puedan enriquecer con el negocio de la escuela privada; que los profesores tienen que hacer virguerías para poder dar clase en un aula de más de treinta alumnos; que se menosprecia a los educadores o se reducen becas para las familias, que muchas veces no saben ni de donde van a sacar el dinero para comer.

Soy hijo de un expequeño empresario que ha tenido que cerrar su negocio porque ya no hay quien consuma, porque los bancos nunca han utilizado el dinero que nos exigían y les dimos para volver a dar créditos, porque le han subido el IVA, porque no puede competir con esa gran empresa que sigue recibiendo todas las facilidades de los que nos gobiernan; hijo de un expequeño empresario que no encuentra ninguna forma de ingreso, que no puede pagar las letras de su casa no se sabe desde cuando, al que le han cortado unas cuantas veces la luz y el agua, y que después de haber estado trabajando, y cotizando, toda la vida ahora no va a poder cobrar la pensión.

Soy un emprendedor que se calienta la cabeza todos los días con la convicción de que algún tipo de empresa tiene que funcionar, que sueña con esa genial idea ya no que me permita hacerme rico, sino simplemente vivir de mi trabajo.

Soy un futuro emigrante que no tiene ninguna gana de abandonar mi tierra, mis raíces, a mi familia, a mi novia o a mis amigos, pero que sabe que si aquí no hay forma de ganarme el pan me voy a tener que marchar.

Soy un ciudadano al que le hierve la sangre al ver como alguien se suicida por la ansiedad de no poder pagar las letras, que no entiende por qué una mujer de 70 años tiene que abandonar su casa después de haber estado haciendo toda su vida lo que creía que tenía que hacer.

Y seré alguien que en algún momento necesitará la sanidad pública que quieren desmantelar, los servicios a la dependencia cada vez más exiguos, alguien al que le parece vergonzoso que los que nos gobiernan se vean implicados constantemente en casos de corrupción, quizás alguien que no pueda tener un juicio justo contra quien sí pueda pagar las tasas judiciales...

Soy una persona normal y corriente a quien le ha tocado vivir una época bastante complicada, pero que no se resigna. Porque soy todo eso, pero también soy un luchador.

También soy alguien al que le han enseñado que yo soy el principal responsable de mi felicidad, y que no debo tolerar que nadie se aproveche de mí; alguien que tiene claro que mi persona no vale menos que la de Botín, Juan Carlos I o Rosell, que no tengo por qué estar rindiendo pleitesía a nadie, y que no piensa pedir permiso para tener derechos.

También soy alguien que no quiere quedarse en casa dejando que nos quiten todo aquello en lo que he creído, aquello que me han enseñado que era bueno para todos, aquello que nos costó costó tanto ganar, para que un puñado de bancos y grandes empresas puedan seguir manteniendo su tinglado.

También soy una persona a la que le han contado la historia, ha leído un poco, y sabe algunas cosas. Por ejemplo, que en este país y en esta región han hecho todo lo posible para que el pueblo pueda participar lo mínimo en las decisiones que nos afectan a todos, que se han asegurado unas estructuras de Estado para que los que nos gobiernan sean marionetas de las grandes fortunas. Pero también sé que este modelo de sociedad se desmorona, que hoy es urgente y necesario unirnos para cambiar las cosas, que hay alternativas y que siempre que el pueblo se ha unido ha conseguido lo que ha querido.

En definitiva, junto con todos los trabajadores, desempleados, consumidores, pequeños o medianos empresarios soy un somos, que va a salir a llenar las calles de Murcia el día 16 de marzo en la Marcha de Mareas. Que va a plantar cara a esta forma de hacer política para unos pocos, y a exigir un Gobierno controlado por el pueblo.

El 16 de marzo volveré a ser parte de esa fuerza que nunca van a poder parar, volveremos a ser los murcianos de dinamita que ya dijera Miguel Hernández.

El 16 de marzo seré ese ciudadano responsable que tiene claro que si este modelo de sociedad no sirve hay que cambiarlo, y quizás seamos en el futuro esa sociedad en la que el hilo conductor de nuestra vida ya no sea la búsqueda de beneficios.

El 16 de marzo, desde las seis de la tarde, nuestros derechos no se venden; se defienden.