El bueno de Manuel Fernández Montesinos, fallecido hace ocho días, hijo del alcalde de Granada y sobrino del poeta, ambos fusilados por el franquismo, contaba que, cuando tan sólo tenía ocho años y ya en el barco que les llevaba a él y a su familia al exilio, le oyó decir a su abuelo paterno, a quien le habían fusilado al hijo y al yerno: "No quiero volver a ver este jodío país en mi vida".

Y no volvió jamás. Enterrado en Nueva York, aquel jodío país era el mismo por el que Larra lloraba en su escritura, el mismo que sufrieron los afrancesados por amar la libertad y la cultura, el que no reza por las dictaduras militares y las monárquicas, el país que moría de pena. Ha sido así España, el que de una parte clama la libertad, y de la otra grita "vivan las cadenas".

Parece que fue ayer, pero la historia es cíclica. Mientras una España lucha y desespera, la otra calla y dormita. Queríamos inventar una monarquía nueva, con un Rey nuevo para todos los españoles, una democracia que quebrara las cadenas, una ruptura. Pero no. Ni la monarquía ha resultado mejor, ni la democracia vino a mejorar nuestro destino porque no se hizo ruptura alguna, sino reconciliación con el pasado. Y ahora, cuando las empresas entran en un ERE indefinido, los negocios de los mafiosos engominados van cada día mejor. Jodío país de conde empalmado por el gusto al dinero.

Qué cosas pasanÉ El rey y su hijo siguen con la paga extraordinaria mientras el yerno de su graciosa majestad se viste con euros públicos, y los de la gomina, como dice mi amigo Juan Bautista, se forran con los euros que se llevaron de seis millones de parados de los que dos millones son familias donde no trabaja nadie. Qué ha pasado en este país para que malvivan por debajo del umbral de la pobreza cientos de miles de niños y la exclusión social acabe con las personas dependientes.

Basuras estancadas llenas de gente perdida, miseria colectiva padecida por máscaras de huesos, calaveras andantes. Esta es la España negra de Solana, la misma que la de Goya, la del "vuelva usted mañana". Jodío país donde los tesoreros políticos del partido sacian con dinero la codicia de los profesionales institucionalizados.

Pero aquí todo calla. Y si el contable dice 'que hablo', las cámaras tiemblan. En España gobiernan los tesoreros y los tecnócratas del dinero, la ingeniería financiera y los engominados. Y el Rey es la majestad de lo divino e intocable que, junto a la Iglesia, vela por todos los españoles. Pero eso es lo que dice el texto. En esto, el Gobierno no sabe nada, y mira hacia otro lado aunque el dinero en sacas entra al partido político y sale hacia los paraísos fiscales dejándonos en la ruina. Banqueros y políticos de las finanzas andan por la calle como si aquí no pasara nada mientras millones de personas empiezan a pedir pan por cualquier parte.

Jodío país. El día que supiésemos desde cuándo y a quién se regalaban sobresueldos a los políticos sin escrúpulos, cuando sepamos el valor de la caja de los capos mafiosos de la gomina, y entendamos que se trata del dinero que ahora nos falta, sólo podríamos hacer dos cosas: o romper las cadenas de esta democracia sucia, imponiendo una limpieza total que venga de una justicia para todos igual, o autoexiliarnos de este jodío país, como el abuelo del bueno de Fernández Montesinos, para no volver nunca jamás. Pero para entonces, tal vez, este sistema del miedo y del hambre se haya apoderado de nosotros. Y será verdad que 'cada palo aguante su vela', y el barco de la corrupción navegará su rumbo, como siempre, mientras nosotros naufragaremos, como siempre también, porque los piratas habrán tomado ese maldito barco.