Me gusta esta denominación para nuestra tierra; se han adherido a la propuesta que pretende que seamos 'reserva de la biosfera' los colegios profesionales de Biólogos, Geógrafos, Ingenieros Técnicos Industriales y Agrónomos; el ámbito geográfico de nuestras sierras de Altaona y Escalona y el Parque de El Valle son los enclaves que se proponen para las actuaciones. En los hitos de excelencia de nuestra Administración está la histórica paralización de las obras de una autovía porque las máquinas se encontraron con un nido de búho real y esperaron la eclosión de los huevos para continuar con los trabajos de la obra pública. Excelente, intachable.

El búho es un ave maravillosa en su silenciosa actitud vigía; rapaz y nocturna. Mirarse en los ojos brillantes de un búho real -el más majestuoso- equivale a sorprenderse de la capacidad de belleza que tiene la naturaleza; iris cristalinos que detectan un misterio audaz para la observación meticulosa del alrededor; de todo su entorno porque para ello su cuello es capaz de girar los 360 grados sin mover una pluma del resto del cuerpo.

Tiene en la cabeza dos de ellas que bien parecieran unas orejas de diseño. El búho es un ave delicada en su exigencia de libertad, algo carroñero porque se alimenta de seres vivos, insectos, pequeños reptiles y fauna a su alcance en la noche cazadora. Mi amigo Pepe Peralta, cetrero profesional, coleccionista de rapaces, águilas, lechuzas encantadoras y buitres cabreados, entre otras especies, alimenta en su granja a una pareja de búhos reales adoptada con contramuslos de pollo desnudos, que ofrece a los grandes pájaros para hacerles volar hasta su mano enguantada. Las garras de los búhos son poderosas, tanto como su pico corvo y la envergadura formidable de sus alas.

De la familia de los búhos es el mochuelo murcianísimo y pequeño; gracioso y mínimo. En mi niñez, don Buenaventura Romera Egea, maestro, poeta y jardinero, allá en Puerto Lumbreras y en su huerto, en las noches adecuadas según su sabio entender de estas aves, nos situaba a los más pequeños camuflados entre los frutales con instrucciones precisas de inmovilidad absoluta y con un pañuelo blanco en la cabeza con cuatro nudos. Entonces don Ventura hacía sonar un reclamo de caña, a modo de flauta, por él construido, que imitaba fehacientemente el canto del mochuelo en celo y ante nuestra sorpresa infantil, las aves en vuelo callado, se llegaban hasta nuestras cabezas blancas de seda o algodón. Noche que siempre era mágica y fantástica.

"Murcia, país del búho". Me gusta el rótulo, libertaria y sin águilas imperiales.