Ritmo, compás, consonancia, medida, armonía. Son tiempos de estridencias, disonantes, desagradables para muchos porque se hace imposible seguir el ritmo frenético de los acontecimientos, mantener cierto compás y armonía en el día a día. La crisis ha hecho mella en todos los hogares. Además de la gran preocupación por el alto nivel de paro hay mucha desorientación, la vida exige cierta medida para la realización personal: ser o no ser. La cuestión va más allá del dilema de Descartes, son titánicos los esfuerzos de gente joven que intenta meter cabeza en la vida laboral al tiempo que otros, en plena madurez, se encuentran indefensos mientras ven peligrar sus puestos de trabajo, armazón de la vida familiar y social. Las calles parecen alfombradas por enésimos palos caídos de múltiples sombrajos. Ser y tener han sido agitados demasiado tiempo en una hermética coctelera con el único ingrediente de la ambición. Estamos empachados de los excesos de individuos sin escrúpulos y ¿por qué no decirlo? de la comodidad del resto, por no hacer nada parece que no vaya a pasar nada y eso no es así, somos compañeros de viaje y no creo que a nadie le guste tomar a ciegas el rumbo hacia ninguna parte, es fundamental saber del lugar que partimos y hacia dónde podemos o queremos llegar, sólo así sabremos a qué atenernos, como se ha dicho repetidas veces, si somos parte del problema, también de la solución. Hacer lo que hay que hacer sin componendas, nadie puede delegar su responsabilidad.

La vida con su cara y su cruz, sus épocas de bonanza o de crisis, requiere una cadencia que no sabe de prisas ni de pausas, cada cosa a su tiempo adquiere el valor que le corresponde en el gran escalafón de las actividades humanas, es como encajar las piezas de un gran puzle consiguiendo su perfecta armonía, la cadencia que marque ritmos y tiempos dentro de un pentagrama con líneas y espacios previstos para todos. Al igual que en las grandes orquestas, importa la preparación personal y tener afinados los instrumentos para interpretar con armonía cualquier pieza musical.

La vida es en cierto modo un concierto inacabado donde todos tenemos cabida, eso sí, siguiendo la propia partitura en el tiempo y espacio señalados. Sabemos de sobra que la crisis económica ha sido generada por una tremenda crisis de valores. La persona es el ser más perfecto de la creación: «Es dentro y no fuera donde hemos de hallar al hombre» (Miguel de Unamuno) .