La Universidad de Murcia (UMU) se encuentra bajo mínimos; en muy poco tiempo han disminuido exponencialmente los fondos dedicados a investigación. Madrid ha bajado su dotación, y por ende nuestra Región.

En estos momentos hay que tener mucha moral y sentido del deber para mantenerse al frente de la institución (yo no podría estar), porque se mueve en la miseria más absoluta, y en plena puesta en marcha de unos planes de estudio exigentes en dinero, porque requieren profesorado para conseguir los estándares de calidad que exige la Entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior, en el que son necesarias unas ratios elevadas profesor/alumno, principalmente en las horas dedicadas a prácticas, seminarios y tutorías.

En lo que se refiere a las infraestructuras, el gasto que se realiza es mínimo por no decir nulo, y en el consumo ya no se pueden hacer más recortes: el teléfono es un artilugio que sirve de adorno en los despachos, la electricidad se controla al máximo, y el dinero dedicado a prácticas decrece presupuesto tras presupuesto, y veremos qué pasa en 2013, si se hacen „las prácticas„, es por los remanentes existentes en reactivos, si los hay, y por el ingenio del profesorado que realiza experimentos de bajo coste y con cantidades ridículas de reactivos y disolventes. Hay que ahorrar en todo para tener como premio una Navidad sin paga extra; esto no ocurría ni en tiempos de Franco.

Piense el lector que aunque me estoy refiriendo a la Universidad de Murcia, lo mismo puede decirse de la Universidad Politécnica de Cartagena; creo que no me desmentirán mis compañeros y amigos de allí.

Me consta que la deuda que tiene la comunidad autónoma con las universidades públicas de esta Región es alta (próxima a los sesenta millones de euros en lo que se refiere a la UMU), que por lo menos al principio se reconocía; ahora ni eso. Ya veremos. Y sé de buena tinta que cuando nuestro rector y el vicerrector del ramo, Antonio Calvo, son llamados por la consejería de Hacienda, salen sin cartera, con ganas de tomar el camino de su casa, y llamar a la Convalecencia para decir que no los esperen. La pareja Bernal-Ballesta, al menos aparentemente más el primero que el segundo, están haciendo añicos el Sistema Público de Educación Superior, y cuesta entender por qué el consejero de Universidades „exrector„ no ha tomado las de Villadiego para irse a su casa y no ser el brazo ejecutor que hunda a la UMU y a la UPCT; o sea, a sus compañeros. Yo de él no estaría ahí.

Caminamos peligrosamente hacia un horizonte universitario en el que la Universidad Católica de Murcia, UCAM, será la hegemónica. Si llega ese día habrá que declarar Murcia ´Zona Catastrófica´.

¿Se puede seguir mucho tiempo al borde del colapso? No. Tienen razón en la Comunidad autónoma cuando desde ella se dice que hay que revisar la estructura de la Universidad, y también puede ser razonable disminuir el número de titulaciones y universidades en el Estado español, para que no nos pase como con los aeropuertos y las autopistas-autovías, pero para eso se necesita una nueva legislación, pactada para no moverla durante tiempo, y su aplicación tiene que ser a un ritmo pausado para no crear traumas. No se debe perder un minuto, y si es posible, para que se realice este nuevo diseño no debe estar el ministro Wert, porque seguro que sería el remedio peor que la enfermedad.

Ya llegan voces en el sentido de que el rector Cobacho, con toda la razón, puede adelantar las elecciones, depende de cómo ande de fuerzas y de su capacidad de sufrimiento, que es lo único que le espera en la UMU.

Pero después ¿qué? No es la Convalecencia un plato de gusto para nadie. Sin dinero no hay forma de hacer política universitaria, basta con un contable, y lo que sí puede ocurrir es que algún arribista ambicioso, de un poder inexistente, se quiera colar por la gatera. Esto ya sí que sería un desastre, pero es la triste realidad: la UMU está devaluada, acercándose al valor del ´bono basura´.

Y, por último, el ´depredador´ consejero Bernal, debería replantearse su estancia en la Consejería de Recortes. Se apunta las bajadas de déficit pero no el sufrimiento de los ciudadanos. Cuando deje su cargo estaremos más tranquilos.