La película norteamericana Lo imposible enseña que nunca, bajo ningún concepto, se debe provocar sufrimiento a una persona rubia. Esta obra de ficción amontona los tres miedos cervales del ciudadano occidental, a los aviones, a los terremotos con tsunami incorporado y a los hospitales. A continuación, se extiende sobre el dolor insoportable de los seres rubicundos. El padecimiento debería circunscribirse a los nativos de las zonas asoladas por catástrofes, curiosamente ausentes de la superproducción cinematográfica.

Lo imposible ha alcanzado la recaudación de Torrente 4, que al menos no está contaminada por pretensiones adoctrinadoras. Cuando Naomi Watts abandona el infierno para rubios de la Tailandia del tsunami, no sólo muestra los brazos inmaculados de una estrella de Hollywood „menudo error de producción„, sino que se le comunica que en la occidentalizada Singapur dispondrá de los mejores médicos del mundo. A tal efecto, se fleta un avión para cinco personas, un lujo al alcance de todos los ciudadanos del país asiático, aunque los recortes de Rajoy fomentarán el turismo sanitario a Tailandia.

El taquillazo de Lo imposible puede deberse al predominio de occidentales de cabellos dorados. La insistencia en los treinta millones de presupuesto olvida que podría haberse rodado íntegramente, y a precio más asequible, en la unidad de cuidados intensivos de cualquier hospital, donde se viven dramas similares. Por no hablar de la frustración ante las exiguas escenas del tsunami, mucho mejor concebido por Clint Eastwood en la infravalorada Más allá de la vida.

La cacareada Lo imposible demuestra que el tsunami no fue una tragedia para los países afectados, sino para los surfistas occidentales, preferentemente rubios. Hollywood se ha preocupado de que los trabajadores del hospital tailandés no fueran demasiado ´étnicos´. Los nativos sólo sirven para desvivirse por los turistas. El paso siguiente sería culpar a Tailandia o Indonesia de perturbar con una catástrofe el sagrado descanso de Occidente. La erradicación del dolor rubio del planeta no es el mensaje que transmiten las víctimas del tsunami, sino la impresión destilada por Lo imposible.

Una película bíblica donde se rescata a un bebé de las aguas. Rubio, claro.