Cuestión de fe y esperanza en el querer de Dios: la salvación de todos. Nos llama a cada uno para que seamos santos en su presencia y comuniquemos la Buena Nueva al mundo entero con la fuerza de su Amor. Yo creo, tú crees, él cree, nosotros creemos, vosotros creéis, ellos creen€ siempre y en todo lugar. ¿Ideal, meta, utopía? Todo un reto que exige vigilancia y una lucha constante. Se suele repetir una y otra vez que somos los brazos de Dios€ ustedes ¡sí! Y yo también que no dejo de mostrar „como muchos„ la incredulidad en las muchas limitaciones de nuestra capacidad. Nos quedamos anclados en una fe más pequeña que un grano de mostaza y no sólo somos incapaces de mover montañas sino que permanecemos sepultados en la oscuridad por cantidades ingentes de cuestiones que nos inmovilizan porque no sabemos a qué atenernos cuando carecemos de sentido sobrenatural. Dios es quien concede la gracia de la fe pero la conversión es personal. El querer del hombre es condición sine qua non. Doctores tiene la Iglesia para profundizar en las verdades fundamentales. La doctrina es de fácil acceso, el Compendio del Catecismo de La Iglesia Católica resume magistralmente su contenido.

Es mucha la documentación que se ha generado a propósito del Año de La Fe recientemente inaugurado por Benedicto XVI. Según nuestra capacidad personal tenemos material más que suficiente para conocer y reflexionar sobre la historia de la salvación. A pie de calle urge un nueva evangelización. No, no vale creer y convertirse sin más porque no estamos solos. El mandato de id y predicad se extiende por infinidad de areópagos. Se trata de un vis a vis en todas las actividades de los hombres. Ven y verás. Voy porque veo el atrayente ejemplo de personas de todas las edades. La fe es un reto en un mundo disperso y ajeno tantas veces a la interioridad de la persona. Son muchos los problemas morales de nuestro tiempo como la droga y el terrorismo pero también hay un resurgimiento de otros grandes valores como la libertad, la justicia, la paz y el contacto con Dios. Sin embargo, en la sociedad moderna son pocos los que creen en los mandamientos de su ley. «De la negación de la responsabilidad eterna derivan el aborto, la eutanasia y el suicidio: la destrucción del hombre» (cardenal Ratzinger). Tenemos necesidad de trascendencia. La alegría de la fe es una responsabilidad para el cristiano y, paradójicamente, la razón que nos hace entusiasmarnos con la nueva evangelización. ¿Usted cree?