Esta semana se está celebrando en Murcia un evento que para algunos significará bien poco pero para otros, entre los que me encuentro, implica algo importante.

Organizado por ANSE y diversas organizaciones científicas, el CEMA Torregil acoge el XII Congreso luso-español de Herpetología en el que se reúnen más de un centenar de investigadores españoles y portugueses, aunque también algunos procedentes de EEUU, Marruecos o Alemania, para debatir acerca del estado actual del conocimiento sobre los anfibios y reptiles, y prestar especial atención a los problemas de conservación que presenta este grupo faunístico como consecuencia de la fragmentación del territorio.

Este congreso y esta temática son importantes porque ahora, más que nunca, los temas de conservación de la biodiversidad deben estar en primer plano de la actualidad, el debate y el avance científico. Anfibios y reptiles, a pesar de que soy consciente de que muchos de mis conciudadanos no sienten especial simpatía por estos bichos, son un grupo faunístico de especial importancia para el conocimiento y la conservación del medio ambiente. Y así les va, y así nos va con ellos. Según datos de la UICN, los anfibios son uno de los grupos de vertebrados más amenazados. De las 6.000 especies de anfibios conocidas, 2.000 están en riesgo de extinción, y en Europa una quinta parte de las especies de reptiles y una cuarta parte de las de los anfibios están en serio peligro de desaparición.

Nuestra región, aunque quizás no sea un hecho demasiado conocido popularmente, alberga importantes valores herpetológicos. La biodiversidad de especies de anfibios y reptiles en la Región de Murcia se concreta un interesante grupo de especies muy asociada a la herpetofauna norteafricana y en la que varias de las especies son exclusivas a nivel mundial de nuestro territorio, como el internacionalmente conocido caso de la tortuga mora, que tiene a bien acompañarnos en las zonas prelitorales y litorales de Águilas, Lorca y Mazarrón.

En la página web del congreso he podido leer que algunas otras especies menos emblemáticas, pero no por ello menos relevantes, también son murcianas de corazón, como el caso de un anfibio que habita en Sierra Espuña que lleva el demoledor nombre científico de Alytes dickhilleni, o el de un reptil recientemente descubierto en el Noroeste que es conocido por los científicos como Algyroides marchii. Las costas murcianas suponen también una zona de importancia para determinados momentos del ciclo vital de la tortuga boba, especie que es emblema de la conservación internacional por sus costumbres migratorias y su grado de amenaza de extinción.

Aunque en estas épocas y por estos pagos a algunos les puede resultar extraño, está muy bien prestar atención a estos bichos. La contribución de los anfibios y los reptiles a nuestro sistema global es importante. No sólo indican la salud de los ecosistemas, sino que también juegan un papel fundamental en el funcionamiento del sistema ecológico, son enormemente útiles como controladores de poblaciones de insectos y plagas en la agricultura, y numerosas de sus especies son ampliamente utilizadas en aplicaciones médicas de las que dependen la salud de muchos de nosotros. Por ello, larga vida a la herpetofauna, buena suerte a la herpetología.