Tras cuatro años desde el inicio de la actual crisis económica es preciso recordar el impagable ´trabajo´ que articulistas de opinión y tertulianos han realizado para deslegitimar a quienes desde el ámbito político, en la década anterior a la crisis, advertimos que el modelo económico nos llevaba al precipicio.

Efectivamente, poco valor práctico tiene recuperar las hemerotecas y Diarios de Sesiones para demostrar que el efecto llamada de la construcción al abandono escolar, que la subversión salarial en favor de la cultura del ladrillo frente a la preparación y formación para percibir salarios muy alejados de aquellos, que la banalización del paisaje natural en favor del ´green´ y el ´new way of life´ eran tentaciones a corto que alimentaban espirales corruptas. Que decir no al trasvase del Ebro era decir no al enladrillamiento de nuestras costas, a los convenios urbanísticos envenenados que deformaban nuestra articulación territorial y nuestros servicios. Pero eso sí, sin el valor práctico de la posición ´profética´, es preciso reseñar que solo tienen legitimidad para criticar al modelo y sus impulsores y colaboradores necesarios aquellos que pública y notoriamente se opusieron al mismo. Incluso sólo merece credibilidad quien plantea hoy alternativas desde las posiciones críticas de entonces.

Y es que mantener esa posición política no fue gratis. Mucho hubimos de soportar. Empezando por el entonces director de un afamado medio, hoy tertuliano demócrata de toda la vida, que no se cortaba cuando decía «hasta que no cambiéis con el trasvase del Ebro no tenéis nada que publicar en mi medio». Recuerden que éramos llamados antimurcianos, que nos molestaba que los jóvenes espantados al alicatado, al yeso y la escayola, al ladrillo y la fontanería y al electricista tuviesen un empleo (mejor precario que parado), y que su sueldo diese para casa nueva por supuesto, coche y viaje al Caribe o crucero, la hipoteca por medio.

No era fácil ni gratis decir no a que la Región de Murcia tuviera derecho a tener tantos campos de golf como municipios y a dejar pasar la oportunidad de que aquel pueblecito acogiese a miles de jubilados europeos que, resort por en medio, se sentían atraídos por nuestro sol, nuestra gastronomía, nuestra costa y nuestra historia. La Región era la releche y la izquierda real como siempre quería aguar la fiesta. Nos costó votos, concejales y diputados. También militantes. ¿Por qué no apoyáis el nuevo Aeropuerto de Corvera? Es bueno para Murcia, decían ¿Qué hay de malo? Desgaste político y personal. Pero hicimos lo que creímos, mantuvimos contra viento y marea nuestra posición (Concha Hernández y José Manuel con el Convenio de Nueva Condomina) y hoy, lamentablemente, podemos decir «ya lo dijimos». Pero no para nutrir la vanidad personal o colectiva de quienes política o socialmente mantuvieron esa posición, sino para reivindicar la legitimidad y credibilidad de quienes se opusieron al engaño común y a la estafa económica y para de nuevo poner de manifiesto aquello de que es posible engañar un día a todo el mundo, muchos días a mucha gente, pero imposible siempre a todos. No saldremos de la mano de quien nos hundió en el fango. Ahora toca pasar del ya lo dijimos a esto lo arreglamos con justicia, soberanía y participación democrática.