Yo, aunque no entiendo de política (es que soy de letras) algunos detalles no me pasan desapercibidos. Por ejemplo, si esto es un gran y único barco llamado Europa que navega por las turbulentas y oscuras aguas de la economía no entiendo cómo es posible que cada cual reme en una dirección distinta. No entiendo cómo es posible que, de la desgracia de un marinero, digamos Grecia o España, se beneficie otro, digamos Alemania. Si en esta travesía hay patrones que sacan provecho del naufragio de algunas barcas de la flota europea algo no debe funcionar del todo bien. Hay ventisca, pero no sopla en todas las direcciones con la misma furia. Antes llamaban a esto piratería ahora le dicen ´rescate´, será que como yo no entiendo de barcos ni de mares.

Otro de los datos contradictorios que me hace reflexionar es que nuestro ministro de Defensa, sí, ese ministerio que debe preservar la paz y ´defendernos´, haya sido presidente del Consejo de Administración de Construcciones Navales del Norte (CNN) y hasta 2009 consejero de Instalaza, una bonita empresa que fabricaba las bonitas bombas de racimo, hoy, menos mal, prohibida su fabricación en España.

Así, y sin tener que buscar muchos más datos que confirmen mi confusión, porque yo no entiendo de política ni de náutica, y sólo conseguiría enredarme más y más, observo que la mayoría de personas que últimamente se sientan en el banquillo (se sientan, pero luego se marchan a su casa y nunca a la cárcel, no sé los motivos porque yo de Derecho tampoco tengo mucha idea) son políticos envueltos en tramas de corrupción, banqueros que, seguramente sin mala intención se subieron los sueldos de un modo desorbitado, y algunos de sus amigos más cercanos.

En este navío hipotético, se les ha di-cho a los marineros que hay tormenta y poca pesca. Todos nos hemos dado cuenta de los nubarrones negros aunque José Luis, el anterior capitán decía que eran manchas en el cielo sin importancia. «Así que, queridos bucaneros», ha exhortado el actual capitán Barbanegra, «en Navidad, cantaremos villancicos pero nada de turrón, que la pesca está muy mal». «¿Y usted, señor capitán, también dejará de comer turrón las próximas fiestas?», le ha preguntado el cándido grumete. «Yo, vaya no lo había pensado, De eso hablaremos otro día que hoy me has pillado con la brújula y el cuadrante. Mirad todos a estribor que viene Iniesta con la pelota y seguro que es gol, y no pensad en mi botín». Dice mientras entre sus manos observamos el mapa del tesoro. Sí, ese tesoro desconocido para el resto de los marineros.

Y como tampoco entiendo de náutica ni de fútbol, continuo con mis pequeños problemas cotidianos y lleno los pulmones con la brisa que me llega de lebeche porque, según dice mi capitán, arrecia tormenta y estos cabos andan algo flojos.

Será cuestión de resignarse. El pobre Ulises y todos sus hermanos griegos no están teniendo mejor suerte. Pronto avistaremos tierra. Espero que antes de que se hunda el barco.