Aunque la política económica monetarista de la UE puede estar equivocada, y desde luego está siendo ejecutada de manera tardía y vacilante, al menos es una política. Rajoy no ha hecho más que aplicarla en España, para tratar de cumplir las condiciones impuestas. Si esa política europea fracasa, y la recesión se acentúa, la desconfianza sigue y los especuladores siguen aprovechándola, habrá un terremoto de grado 8, que empezará devastando a países periféricos como España, pero cuyas ondas llegarían luego de modo brutal a los países centrales. Sin embargo también es posible que la drástica purga de adelgazamiento para ajustarse al traje acabe funcionando. Ese es el dramático experimento del que formamos parte. Si la fórmula fracasa, habrá que borrar del mapa a toda una estirpe de políticos y dirigentes económicos, y poner a discípulos de Krugman al frente de la máquina de hacer billetes.