A sus órdenes, mi presidente.

—Cristóbal, haga venir al Cabo Gutiérrez, que tenemos que encargarle un trabajo urgente, y sólo él puede hacerlo.

—¿Puedo preguntar de qué se trata, mi presidente?

—Claro que puedes, ministro. Hay que acabar con la lacra que suponen los cientos de miles de laborales, interinos y enchufados de las empresas públicas. Si Europa pide sangre a cambio de salvar los bancos, la tendrán.

—Pero mi presidente, ¿no sería mejor que este trabajo se lo encargaras a De Guindos?

—No, Cristóbal, para De Guindos tengo otra misión más peligrosa.

—¿Más peligrosa que esta? ¿De qué se trata, presidente?

—Eso sí que no te lo puedo decir, pero va a escocer incluso a los nuestros; y no me refiero al subidón del IVA que he pegado, sino a la que les espera a los españolitos a partir de ahora.

—Buenas tardes, mi presidente, se presenta el Cabo Gutiérrez, a sus órdenes.

—Descanse, Cabo, le voy a encomendar una tarea que cambiará el rumbo de las Administraciones públicas, y espero que cumpla con el deber, y que esté a la altura de las circunstancias, como hago yo.

—Lo que usted ordene; para eso le votamos.

—En la vida, Cabo, hay que elegir, y estamos ante uno de esos momentos. O nos cargamos a los temporales, o les tendré que bajar de graduación, y saben que no me temblará el pulso.

—Mi presidente ¿a quién tengo que disparar?

—Despacio, Cabo. Mañana, viernes 13, le prepararé frente a la tapia del cementerio a todos los temporales que hay en la Administración.

—Pero, mi presidente ¿a todos? Es que mi compañero García es interino de toda la vida, y aunque es del Barça, es buena gente.

—No me discuta, Cabo, y no deje a nadie que pueda contar lo que va a pasar. García es un interino más, aquí ya no hay discriminación, ¿o acaso quieres desobedecer las órdenes de la mariscal Merkell?

—No, a sus órdenes, mi presidente.

—Compañeros y compañeras, empleados públicos fijos todos, os habla el Cabo Gutiérrez. Acabo de recibir órdenes de Berlín, y son muy claras. O ellos o nosotros. Debemos cargamos a estos putos interinos y laborales de los Ayuntamientos, autonomías, empresas públicas estatales y Administración central; ya nos han quitado la paga extraordinaria de Navidad, y no podemos permitir que nos quiten más. Vosotros veréis. Así que coged vuestros fusiles de una vez y cargarlos con las balas que el FMI y la UE no has vendido a buen precio.

—¡Carrrguen!... ¿Apunnnten!... Me cago en la leche, soldado Pérez, ¿es que está usted llorando?

—Es que mi marido está en la fila, lleva diez años de interino y nos habíamos comprado un piso, y si lo mato qué va a ser de nosotros.

—Teniente Pérez, todos tenemos amigos, pero esto es cuestión de supervivencia. Le repito, o ellos o nosotros, así que tome aire, cabeza arriba, pecho fuera y apunte bien, me cago en....

—¡Carrrguen!... ¿Apunnnten!... ¡Fuegooo!...

—Mi presidente, ya no quedan temporales en la Administración ¿Mandan algo nuevo?

—Muy bien, Gutiérrez, de momento nada, salvo que la mariscal Merkell ordene otra cosa. Y ahora vayan todos ustedes a cumplir con su nuevo horario como ya adelantó el ministro Montoro. Y no quiero ni una queja por lo de la paga extraordinaria. Les recuerdo que bastante tienen con disponer de un puesto fijo, y como la Merkell se vuelva a cabrear también peligrará la paga del año que viene. Ah, y no se olviden que hoy a mediodía habrá un aperitivo para celebrar este importante día; paga el ministerio de Defensa.

—¿A cuenta de las balas, mi presidente?

—No, Cabo Gutiérrez, a cuenta de las privatizaciones que estamos llevando a cabo.