Murcia es una de las ciudades españolas donde peor se vive, según la encuesta de una tal Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que probablemente han consumido y usado poco Murcia. Los encuestados consideran que donde mejor se vive es en ciudades del norte de España, y donde peor, en el sur. Debe ser por ello que los consumidores y usuarios, cuando salen de su ciudad natal, nunca se les ocurre largarse a vivir al norte, a Logroño, Vitoria o Gijón, y sí, sistemáticamente, a Palma de Mallorca, Málaga o Murcia: por quejarse luego de lo mal que se está en el sur. La gente se va del aseado y civilizado norte dándose con los talones en el culo a la mínima que tienen ocasión para poder decir luego que como la lluvia y el quedarse en casa tricotando no hay nada. Es como lo del campo: qué a gusto se vive en el campo... dicen los de la ciudad. A los consumidores y usuarios «les deberíamos pedir que nos devuelvan la carta», como me repetía misteriosamente mi padre. «¿Qué carta?», le pregunté una vez. «La carta donde les pedimos que por favor se viniesen a vivir a Murcia». A vivir o, peor, a opinar. Si no les gusta, no los necesitamos.

Seguramente Murcia no sea la mejor ciudad en calidad de vida. Es un sitio limitado, tradicionalmente nada cosmopolita y con la crisis está sucio, pintarrajeado y deprimido, pero si los criterios para establecer la excelsitud de una ciudad son el número de carriles-bici (siempre con ese algo perroflautil) o lo bien que te atiendan los doctores partidarios de la eutanasia activa en el hospital más cercano (la calidad de vida estriba precisamente en no ir nunca al hospital), entonces una de dos: o yo considero que vivir es otra cosa o resulta que mi planeta no es éste. Nada de raro que en este tipo de encuestas el mejor lugar para vivir del mundo siempre sea teóricamente alguna ciudad nórdica y no ninguna isla paradisíaca con las aguas turquesa. Si no les gusta Murcia a los consumidores españoles, que callen o que nazcan en Murcia, y así podrían opinar: en nuestra mierda mandamos nosotros. La única virtualidad práctica que le veo a este tipo de noticias es que rebajan la hinchazón de tanto murciano que cree que Dios nació en Belén porque no conocía Sangonera y que entiende que la Cresta del Gallo es el límite del mundo conocido...

Para mí, Murcia puede que sea de los peores sitios de España, pero en cualquier caso supera a todos los otros que las encuestas ponen como óptimos. Murcia me gusta mucho, para un rato. Me ocurre con Murcia como en ese típico chiste sobre la vida matrimonial: Dos conocidos se encuentran por la calle. «¿Cómo te va la vida de casado?». «Pues en los primeros tiempos bien, pero ya al salir de la Iglesia...». Siempre tengo ilusión por volver a Murcia (en las infrecuentísimas ocasiones en que salgo de mi rutina en quinientos metros a la redonda), pero ya cuando la contemplo a lo lejos desde el Puerto de la Cadena...