Hoy nadie pone en duda que una política fiscal coherente es necesaria, gestionar el presupuesto con eficiencia nos dará un equilibrio y una capacidad de futuro para impulsar una política incentivadora en la economía real. Es el objetivo de todo buen Gobierno de lo público. Para ello necesitamos cambiar, saber lo que ocurre y porqué, y necesitamos participar. Gobernar no es dar la callada por respuesta, porque genera un discurso fraudulento que no resuelve el dilema de si lo que es bueno para los ciudadanos coincide con los intereses de los políticos.

Estamos en esos momentos críticos de la historia en donde lo de menos es el vocabulario. Cuando se llama a los bomberos se les dice claramente que hay un incendio, así de claro; los rodeos y los juegos de palabras es lo que pierde a los políticos y más cuando se impone un código y hasta se castiga a los propios por no someterse al directorio. ¡Habla y define sól0 el presidente!

Sin embargo, el mundo entero habla de rescate, y pongan los suavizantes que quieran, revela un fracaso político. Dos reformas financieras inservibles han obligado al Gobierno a doblegarse y reconocer que tiene que recapitalizar el sector financiero, y lo más caótico es que ni el Banco de España, con Mafo a la cabeza, ni la CNMV, ni los auditores, han sido capaces de ofrecer una cuantía fiable de la cifra a recapitalizar, y se ha tenido que recurrir a dos auditoras externas para dar credibilidad. ¿No deberían todos los incompetentes reintegrar lo cobrado por el trabajo tan deficiente que han realizado?

No conocemos las condiciones, la letra pequeña, esa que solo leen a puerta cerrada- La verdad es que desde la reforma de la Constitución, donde lo primero es pagar a los acreedores externos y, luego, lo que quede, para mantener los servicios públicos, debería ser divulgado a los cuatro vientos, porque tratar a los ciudadanos como menores de edad, ocultándoles lo que pasa, no corresponde con las exigencia a la hora de pagar los impuestos o soportar los recortes, perdón, ´ajustes coyunturales´. Se está divulgando que nadie debe gastar lo que no tiene, comparándolo con la economía familiar, pero es un error conceptual; lo que se debe recordar es que nadie (Administraciones públicas) debe gastar en lo que NO debe. Porque resulta poco serio que mientras unos hacen cuentas de lo que nos tienen que prestar para cubrir agujeros, otros se dedican a alimentar nuevas burbujas de todo tipo, proyectos peliculeros, juegos y casinos a lo grande, nuevos complejos, y poniendo incluso primeras piedras y avales. Son impenitentes. ¿Tenemos remedio? Porque si no funcionan los inventos, siguiendo la teoría oficial, aunque nos arruinemos dos veces, no podemos pedir cuentas ni al ´monario´. Sin embargo, falta impulsar iniciativas de desarrollo local de empleo, que existen, y sólo se precisa acercar inversores con emprendedores, porque de los miles de millones que nos van a ´prestar´ se debería concretar cuanto se destinará a la economía real y a qué tipo, porque no sería bueno que el coste financiero a la empresa sea con un diferencial no abusivo. Por eso queremos saber, queremos conocer y queremos participar, porque es momento de remar todos en la misma dirección, pero que nadie olvide que el barco es de todos, y los que remamos sudamos más que los que viajan en cubierta.