He oído el habitual ruido de corrala porque el excelentísimo secretario general del PSOE murciano, que no es el bedel de la Federación de Piscinas Municipales del Bajo Guadalentín, se ha fijado un sueldo mensual de 3.500 ´leurillos´ netos. No voy a entrar, por higiene democrática, en si esa módica y más que populista cantidad es la que ha dejado de embolsarse como médico, porque eso de que en la política deba ganarse poco es el germen del fascismo: si poder gobernar sobre cientos de miles de personas vale lo mismo que varear olivos, es que se tiene en tan poco a la política de aquí como para poner al alcalde de Marinaleda a conducir al país. Yo también estoy escandalizado porque González Tovar, el secretario general socialista, se haya puesto un sueldo de 3.500, sólo. Con esa escasez (y una vez descontados los numerosos gastos que a su edad debe tener un señor para no quedar como un cutre), no sé cómo quiere reanimar el voto al PSOE en Murcia. El primero que debe de estar desanimado es él.

Por ese dinero no se va a ir uno a levantar a deshoras el tejido estructural del PSRM-PSOE en pedanías, echando noches y kilometraje. Por 3.500 para todo se hace una jornada de funcionario y luego se queda uno en casa en pantuflas, cogiendo el teléfono a los cuadros del partido si es que no hay fútbol: da para dejarse barba de náufrago y poco más, como ha hecho Tovar (así se fue a ver a Valcárcel, quien le diría, por la pinta, que no se preocupase, que bajo la crisis siguen abiertos los comedores sociales). En España la gente está muy mal pagada, y por eso tenemos una sociedad afectada de aluminosis. Por los ochocientos euros mes de los ´nimis´ (ni mil euristas) no es que no se pueda vivir: es que no hay ni para respetar las leyes. Lo que no se paga, no se aprecia. El desprestigio de la política viene cuando nos enteramos de sus sueldos, pero por escasos. Con sueldos de baja intensidad se pierde la estatura, la necesaria distancia. Tienes el respeto sacral que merece un encargado de obra. Es la reflexión que hacía sir Richard Harris/Bob El Inglés en Sin Perdón: si quieres disparar a un rey te tiembla la mano, no cuando disparas a un presidente. Acabar con un líder es fácil cuando cobra al mes lo que un tratante de ganado en una tarde. A Tovar no lo van a respetar mientras no se fije al menos el doble, en su nómina.

Cuando el articulismo aún era una profesión y no una monomanía, me encargaban columnas. «¿De qué precio la pienso?», preguntaba yo, calculando si la iba a escribir bien o para pobres. Había columnas que las tenía que publicar y cobrar tres veces para que mejoraran. La prosa gana cuando por cada palabra pagan una morterada, como al Nobel Cela en el Abc («cobra de forma inmisericorde», se le quejaban): Cela podía esmerarse tanto en la prosa que daba tiempo a que la sección se la escribiera otro. Hay que dignificar a Tovar, porque eso de los 3.500 euros parece la máxima pensión de jubilado.