Estamos siendo bombardeados con la frase «no es sostenible» en referencia a los políticas sociales, incluidas las de cooperación al desarrollo, la sanidad y la educación, que ha calado en la opinión pública de tal manera que somos muy comprensivos con los recortes, mientras las grandes fortunas, las corporaciones, los banqueros y las multinacionales han aumentado sus ganancias considerablemente.

Se afirma que hay que replantear el Estado del Bienestar con el argumento de que no se puede mantener porque no hay dinero. Se trata de ir desmantelando los derechos sociales, sobre todo, de los trabajadores y de los colectivos más vulnerables socialmente. La ministra Ana Mato ha propuesto que los pensionistas paguen un 10% por de las recetas con un tope de ocho euros y los trabajadores pasen de pagar un 40% a un 50%. Esto se vende afirmando que es imprescindible y necesario para mantener el Estado del Bienestar, es decir, hay que desmantelarlo poco a poco para mantenerlo. Mayor cinismo, imposible. El hecho, triste y desconcertante a veces, de que la ciudadanía no se rebele, no quiere decir que seamos tontos.

El capitalismo está logrando destruir las conquistas sociales obtenidas por las luchas obreras. Quiere acabar con la sociedad democrática para imponer una economía salvaje, del más fuerte. En contrapunto a todo esto hay que afirmar que los servicios sociales, la cultura, la educación, la sanidad, es decir, una sociedad basada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos es sostenible.

Lo que ´sí´ es insostenible:

El propio capitalismo devorador de la naturaleza y destructor de la vida humana. Pone un precio y un valor al ser humano en función de su productividad y de la rentabilidad para los empresarios. La persona entra en el binomio usar-tirar sin ningún tipo de miramientos y con crueldad.

Un sistema financiero corrupto y sin ética, que sólo piensa en su propio beneficio. Igualmente, es insostenible sus práctica especulativas, que cuando causan pérdidas hacen que la paguen los de siempre: trabajadores, empleados públicos, jubilados y los colectivos más indefensos socialmente.

Los dirigentes políticos, que mienten, manipulan y atemorizan a la opinión pública con la finalidad de evitar la movilización, y si ésta se produce, lograr la desmovilización para que el capitalismo siga cercenando el medio ambiente y la dignidad humana.

Los paraísos fiscales que amparan el dinero proveniente del narcotráfico, ventas de armas y prostitución.

El silencio de los dirigentes religiosos de los diversos credos. Es un silencio cómplice con el capitalismo.

El cambio climático que está poniendo contra las cuerdas la propia existencia del planeta.

Que los ciudadanos seamos insensibles, indiferentes y descomprometidos con la realidad y con su propia realidad.

Todo esto, añadiendo la insaciabilidad de los inversores, especuladores y dirigentes de diversos ámbitos de la sociedad hace que no sólo el sistema sea insostenible, sino la propia vida.

Lo que haría que una sociedad sí fuera sostenible:

Un modelo social donde se creen las condiciones para que vivamos con libertad, justicia y fraternidad.

Un proyecto socioeconómico basado e inspirado en los Derechos Humanos.

Un sistema que deje fuera de la especulación las necesidades básicas la población: alimentación, vivienda, sanidad, educación…

Servicios públicos que garanticen la calidad de vida. Sustituir la cantidad por la calidad.

Una ONU democrática, sin derecho a veto, que defienda la paz y la justicia, que es su finalidad.

Que los que más tienen que paguen más. La prohibición de la especulación.

Políticos honestos y al servicio del bien común (no es el bien general, sino el bien de cada uno, sin dejar nadie fuera).

Necesitamos gente honrada, leal, ética que no se dejen chantajear ni coaccionar ni corromper. Gente buena, servicial, entregada y altruista.

Necesitamos gente decidida, luchadora y comprometida que sea capaz de enfrentarse a esa otra gente ambiciosa y cruel que piensa que estamos ante un darwinismo social que, por ejemplo, los viejos como no son ya productivos, cuando antes se mueran mejor, menos ellos ¡claro! Aquí está una de las claves

¿Seremos capaces de rebelarnos? El tiempo dirá.