Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía nos han dejado al final muy pocas certezas y muchas incertidumbres. Si bien las encuestas vaticinaban un gran avance en la intención de voto hacia el Partido Popular que le llevaría a rondar incluso la mayoría absoluta, al final los populares han tenido que conformarse con una victoria pírrica que bien podría considerarse una derrota. Queda claro que la estrategia del Partido Popular —con Javier Arenas a la cabeza— no acaba de cuajar en Andalucía. O bien la estrategia o bien Javier Arenas, que también podría ser. Hay quien piensa que estos ´malos´ resultados se han debido a que el PP ha sido castigado por los recortes y por el llamado ´impuestazo´ de diciembre, y hay quien considera que en esta ocasión han sido los votantes del PP los que se han quedado en casa. Y puede que ambos razonamientos tengan parte de razón. Aún así, es la primera vez que el PP gana al PSOE en ´su´ propio terreno, algo que sin lugar a dudas forma ya parte de la historia.

Con respecto al PSOE, también parece claro que la estrategia de Griñán de aplazar las elecciones y no hacerlas coincidir con las generales ha sido todo un acierto, lo cual le ha hecho salir reforzado dentro de su propio partido y le ha dado un balón de oxígeno al PSOE. Ni siquiera el tema de los EREs falsos —cuyo coste se calcula ya en 1.400 millones de euros, el doble que al principio— le ha pasado factura, algo paradójico en una de las Comunidades más subsidiadas de España. O, tal vez, como señalan algunos columnistas, quizá por eso, porque puede que gracias a tanto subsidio se haya creado un clientelismo muy favorable para el PSOE.

Pero, sin lugar a dudas, el gran beneficiado del declive del PSOE y del amagado repunte del PP ha sido IU. Siempre ha dado la impresión de que IU era un partido sin gran consistencia, avocado a la desaparición cada dos por tres, un partido anejo al PSOE sin grandes expectativas.

Sin embargo, como el PSOE siga arrimándose tanto al centro derecha, IU puede terminar representando al poco socialismo que queda en nuestro país. Tal vez en IU, un partido tan acostumbrado al juego embarrado, florezca poco a poco ese debate tan necesario sobre el nuevo socialismo y se convierta en la vanguardia del mismo.

Habrá que ver ahora —que tienen la llave del Gobierno en Andalucía—, si basan su política según sus propios principios o se dejan seducir por el amiguismo.

Para nuestra desgracia, nuestros políticos solo simulan preocuparse por nosotros para pedirnos el voto. Una vez recogido, ya solo se preocupan de mantenerse en el cargo. Ese momento de las elecciones es de los pocos en que nosotros, como ciudadanos de una sociedad, mostramos nuestro apoyo o nuestro rechazo a sus políticas, incluso a su propia permanencia o existencia tal y como está concebida. Por eso, resulta complejo evaluar estos resultados desde el punto de vista social en una comunidad con un 30% de desempleo, un 50% de paro juvenil y los peores datos educativos de toda España. En fin; cada uno deberá extraer ahora sus propias conclusiones.