Alguien podría indicar que tal vez sería mejor decir ´la derecha católica´ que ´la católica derecha´ porque suena mejor y el orden de los factores no altera el resultado final. Pero sí hay diferencia, porque la derecha católica es una derecha matizada por algunos valores del evangelio, vividos puntualmente, como puede ser el servicio, el ayudar a los demás, contribuir a campañas para pueblos que pasan hambre, un cierto respeto y tolerancia… En cambio, la católica derecha significa renunciar a los grandes valores del evangelio, sobre todo los relacionados con los empobrecidos (los preferidos por Dios), y de la Doctrina Social de La Iglesia (DSI) para identificarse y congraciarse con la derecha, a cambio de que ésta sea el brazo legislativo para modificar leyes que afectan a la moral sexual, silenciando la moral social.

En cierta ocasión le preguntaron al portavoz de la Conferencia Episcopal, Camino, qué tenían que decir los obispos sobre la crisis financiera, y su respuesta fue que no tenían nada que decir, por la complejidad de la situación y que no podían definirse en ningún sentido. A esto habría que responder que igual de complejas son las demás realidades que afectan, por ejemplo, a la familia, y sí tienen un posicionamiento claro y bien definido. No se quieren definir porque sería ir en contra de los postulados de la derecha, obviando la DSI, que fue recordaba hace poco por Benedicto XVI cuando denunciaba una sociedad plegada a la avaricia de los mercados. Y es más duro no tener presente la misión de la Iglesia, que consiste en ser Buena Noticia para los Pobres; decir que no tenemos nada que decir es una mayúscula contradicción, porque estamos defraudando la esperanza de los preferidos de Dios.

Este apoyo a la derecha ha supuesto, entre otras cosas, apoyar activamente a dictadores, entre ellos Franco, cuestionar la memoria histórica, etc. Esta católica derecha utiliza algunos púlpitos —no todos— para orientar claramente el voto a la derecha. El otro día me comentaba una amiga que el mismo 20N un religioso sacerdote decía en la homilía que había que votar, que nuestra patria estaba muy mal y que necesitábamos un cambio. Todos lo relacionaron con el lema del Partido Popular, Súmate al Cambio. Me comentaba un amigo del PP en las anteriores elecciones que oyó a un párroco decir que quien votara a la izquierda cometía un grave pecado. Este amigo me reconocía que no era el lugar de decir semejantes cosas y que él conocía a católicos de izquierda que eran muy buena gente. Sin duda alguna, este amigo pertenece a la derecha católica y no a la católica derecha.

Esta católica derecha fomenta que a los cristianos que intentan ser fieles al mandato de Dios, sintetizado de una manera extraordinaria en las Bienaventuranzas —luchar contra la pobreza y estar al lado de los pobres, defender la paz en todos los momentos y situaciones (en este sentido habría que recordar el llamativo silencio cuando el Gobierno de Aznar apoyó la guerra contra Irak, teniendo en cuenta la actitud valiente y decidida de Juan Pablo II de apostar por la paz), y tener hambre y sed de justicia— se les considere una especie de rojos e, incluso, algunos hablan, sin ningún pudor, de cáncer para la Iglesia.

La católica derecha necesita el poder en todos sus ámbitos para mantenerse y tener una presencia pública institucional. Y, como necesitan el poder, entre ellos el poder económico, ponen el acento en el principio de la vida y en el final de la vida, cuando se trata de la muerte natural. Pero se produce una ausencia de compromiso, pecado de omisión, ´durante la vida´, porque millones de personas mueren de hambre, de sed, de enfermedades curables, por causa de los conflictos bélicos… En definitiva, en este periodo del ´durante la vida´ son millones de criaturas que ven sus vidas interrumpidas. Hay que defender la vida en todas las etapas, pero la católica derecha calla, consiente y apoya a los causantes de estas situaciones. Posiblemente, estos verdugos quieren acallar sus conciencias, si tienen, subvencionando actos religiosos como la venida del Papa. Entidades financieras han subvencionado este evento y a la misma vez están echando a las familias a la calle.

La católica derecha busca a los ricos y el resto de la gente queda en un segundo plano. El tiempo nos debería haber enseñado que los cristianos somos, ante todo, por encima de partidos, organizaciones e intereses económicos, seguidores de Jesucristo, quien nos convoca a dar de comer al hambriento, de beber al sediento, a acoger al inmigrante, visitar a los enfermos y encarcelados… Cuando Dios les pregunte a los integrantes de esta católica derecha qué han hecho por los débiles y humildes ¿qué responderán?