Saliendo de Lataquié, en Siria, hacia el norte, unos kilómetros conducen al viajero hasta el punto exacto en que la prehistoria perdió su prefijo, para convertirse en Historia a secas. Unos olivares, como tantos otros olivares del mundo; algún campesino que traza los surcos de su labor, y al fondo (como en la canción) el Mediterráneo, eternamente azul y como indiferente. Y el sonido del fuego y la metralla, de todos nuestros días de hoy.

Pero allí, entre unas ruinas confusas, apareció el primer alfabeto conocido. Las treinta primeras letras que nos enseñaron a leer. Bastaba penetrar en los resto del palacio real de Ugarit, que levantaba en este mismo sitio, hace 35 siglos, su lujo majestuoso, para acercarse hasta los restos de una columna y escuchar de algún erudito sirio, con devoción casi religiosa, que dice a todo el que quiera oírle: «Aquí justamente apareció el primer alfabeto de la Humanidad». Y aquí nos hubiera gustado contemplar temblorosamente aquel pedazo de tierra, donde los hombres conocimos la manera como nuestros abuelos escribían. El primer alfabeto cananeo, exportado más tarde a Grecia, que sirvió de modelo para que los griegos reelaborasen aquel maravilloso instrumento y, a través de ellos, surgiesen todos los otros alfabetos de la Tierra. Así es.

La escritura nació en aquel humilde rincón sirio, donde hoy los hombres parecen no entenderse, que se vio siempre y se visitaba con el respeto de un templo. Muchos saben que este es el punto ´cero´ de la escritura, y que todas las palabras que han leído los hombres nacieron allí en el siglo XIV a. de C. cuando los reyes de Ugarit grabaron en tabla de barro cocido los treinta signos del auroral alfabeto.

Un monumento para la comunicación entre los seres humanos que buscaban dejar testigo de lo conocido. Nada hay sobre la tierra más necesario que la escritura y sus diferentes formas; con ello el mundo antiguo acababa con la gran barrera del aislamiento intelectual y popular; los pueblos pudieron dejar testigo claro de lo hablado. Siria fue el primer rincón del mundo que nos sacó de la gran oscuridad de transmitirnos el pensamiento. La Siria de hoy no parece, desgraciadamente, la cuna del alfabeto y lo que ello significó para la evolución de los seres humanos.