Este bohemio y castizo barrio de la capital murciana, asentamiento del primitivo Concejo castellano, acoge una parte sustancial del casco antiguo de la ciudad. Situado en el centro Murcia, este espacio urbano gira en torno a la iglesia de San Juan Bautista. Sus plazas y calles guardan memoria de antaño, de ilustre abolengo, Alfonso X de Castilla, Isabel la Católica, Conde de Floridablanca... incluso la misma Gloria.

Iglesias y hoteles, hospital y palacio con jueces, jardines y escuela, Cruz Roja y Colegio de Abogados. Payos y gitanos. ¡Es mi barrio!

Multitud de vecinos sin fronteras ni confusión de lenguas porque no hace falta hablar mucho cuando pasas o paseas y ves a los de siempre camino del trabajo o de la escuela. Mucha gente menuda que de acá para allá corretea y gente experta en la vida que de paseo la llevan a tomar el solecico murciano que siempre calienta. El Arco de San Juan, como el barrio no sabe de fronteras y se junta con la calle de correos y los barrios de Santa Eulalia y Vistabella. Todo está tan cerca que lo consideramos como cosa nuestra, desde el Estadio y la Plaza de Toros de la Condomina, hasta la avenida Teniente Flomesta, sin olvidar La Convalecencia, además del Puente Nuevo y las Pasarelas, como un abrir de par en par los brazos abrazando a Murcia entera. En mi barrio vive el venerado Cristo del Rescate junto a una preciosa Virgen de La Esperanza. San Juan Bautista es el titular de mi parroquia que, por cierto, fue la primera de Murcia. La fachada de la iglesia, flanqueada por dos torres gemelas, es de líneas majestuosas y sencillas a un tiempo. Preside la plaza del mismo nombre; allí el aroma de los sabores murcianos se desparrama en las terrazas de restaurantes con solera, donde los productos de la huerta se convierten en protagonistas de la buena mesa. Mi barrio sabe de hogueras que arden en la noche sanjuanera.

Hubo un ´Plan E´ que más que arreglar, parcheó mi barrio. Hay zonas bastante abandonadas, donde aparecen de cuando en cuando máquinas limpiadoras, pero impera la suciedad junto a un escaso y deteriorado mobiliario urbano. Basta darse una vuelta cerca del centro escolar. Esto no gusta a los vecinos y además no es digno de nuestra ciudad. No sé si el nuevo centro de salud que todavía no ha abierto sus puertas sanará las deficiencias del típico barrio de San Juan al que tanto quiero… ¡Es mi barrio!