Todos con Lorca´ fue Trending topic de Twitter, palabra clave sobre tema del momento que se convierte en popular como para descubrir que ha pasado algo. Las redes sociales divulgaron no sólo la impactante noticia sino un auténtico aluvión de respuestas solidarias. El eco de la tragedia traspasó fronteras, pero poco a poco la ciudad devastada está quedando olvidada entre sus murallas. Son muchas las pequeñas (¡grandes!) ayudas que se han recibido, pero urge una respuesta contundente por parte de los estamentos políticos y sociales. ¿Dónde ha quedado aquel entusiasmado #todosconlorca? ¿Dónde estamos todos y cada uno? ¿Quién no ha ido todavía a la Ciudad del Sol? Son demasiadas las sombras proyectadas sobre la actuación de unos y otros mientras en Lorca cruje el silencio y clama el olvido. ¡Todos con Lorca! Comenzando por los propios lorquinos. Nunca olvidaré las palabras desgarradas de una amiga oriunda de allí: ¡Yo soy Lorca! Es el quid de la cuestión, tiene que dolernos. Recuerdo en una reciente visita a la ciudad la mirada, triste y ausente, de unos amigos lorquinos recordando tantos ayeres en el entorno destruido. Pero si no se visita el lugar de la tragedia el corazón no siente igual. ¡Todos somos Lorca! Y todos, comenzando por los propios lorquinos, tenemos que reconstruir la ciudad y reclamar la ayuda necesaria.

Volver a empezar con asociaciones que remuevan, si es preciso, Roma con Santiago, creando una Plataforma –indignada o no– que visite la Villa y Corte, recordando constantemente aquel fatídico 11 de mayo de 2011, fecha que sacudió las entrañas de la tierra destruyendo la ciudad de Lorca (Murcia). La magnitud de la tragedia nos hizo comprobar, una vez más, la fragilidad de la condición humana y la fortaleza de la solidaridad. Es la paradoja, Lorca, ciudad amurallada, afianza su fortaleza en la unión de todos. ¡Todos con Lorca! En una sociedad donde es tan fácil perder el sentido del bien y del mal… un terremoto que, trágicamente, nos recuerda el valor de la vida humana. El miedo alza y silencia la voz, confunde y desorienta, al tiempo que sitúa al hombre ante su Dios y la oración se convierte en un lenguaje común. Hay en el ambiente una necesidad imperante de aferrarse a lo que de verdad merece la pena. Quizás los proyectos para una vida mejor, pasen por vivir mejor la vida ya proyectada. Esto sí que es aprender de donde menos hubiéramos imaginado. Lorca: ¿dónde estamos todos?...