La moda, como el mundo, gira y gira sin cesar, la historia se repite a través de una larga pasarela sobre la que se encubran modelos de alta costura y prêt-à-porter vistiendo exclusivos diseños de grandes y noveles creadores. Los desfiles se convierten así en una magnífica tarjeta de presentación de diseñadores y marcas. Se trata de impactar, sorprender, constituirse en noticia. Sin lugar a duda, crean tendencia al tiempo que exigen una disciplina para no romper la estructura de la auténtica moda. Exige armonía entre ser y parecer: equilibrio, respuesta coherente al valor del ser humano. ¿Vende el engaño de la apariencia? ¿Corresponde nuestro modo de vestir con lo que somos? ¿Una caricatura? ¿Una triste figura?...

La dignidad de cada persona es única e irrepetible. Un misterio. La persona se presenta por la apariencia pero se define por la calidad de sus vínculos. Proteger la intimidad es condición sine qua non para entender el sentido del pudor: sentimiento natural destinado a custodiar algo que valoramos, la capacidad de amar. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a que se ´ventile´ todo, olvidando que la persona tiene un mundo interior. Platón consideraba la belleza como una dimensión de la ética. Saber expresar la verdadera belleza con nuestra personalidad presupone cuidar carácter, armario y aspecto externo. No es sencillo hilvanar el día a día de la moda a nuestro modo. Son muchos puntos que

poner sobre algunas íes como: inútil, inverosímil, increíble, indecente, inmoral, inadecuada, incomprensible, insensata, impersonal, indigna, etc.

«La moda es un fenómeno desde el punto de vista sociológico con una enorme carga de cultura, de belleza, de capacidad de expresión. Si alguien quiere ver la moda desde el punto de vista de la frivolidad, apenas la está vislumbrando, es como centrarse en el pelo de una ceja y no ver el ojo entero. Creo que la moda denota algo más: quiénes somos, a dónde vamos y qué hacemos en este pobre planeta azul tirando ya a gris´» (Enrique Loewe). La moda es el espejo de la sociedad en cada época. La nuestra recuerda a los clásicos espejos de feria que distorsionan la imagen haciéndonos reír y llorar. Exageradas formas y colores, rotos y desteñidos, escasez o exceso de tela, descosidos.

Prendas encorsetadas, holgadas… fantoches. Decía Loewe que el norte no lo pierde la moda, lo pierden las personas en una sociedad ´desnortada´ donde los valores se han perdido. Será cuestión de ir rediseñando un mundo nuevo y dejarlo ´más bonito que un San Luis´.