Son muchas y variopintas las notas aclaratorias que encontramos a pie de página de innumerables textos. Hay lectores que por razones de estudio, trabajo o simple curiosidad, las leen concienzudamente comprobando los datos con cierta satisfacción. Sin embargo otros, por sistema, obvian cualquier llamada o asterisco y se conforman con la lectura de cada página sin más. Supongo que para gustos se siguen vendiendo colores pero la realidad es que cada persona los percibe según el cristal o cristalino de su perspectiva.

Así la vida pasa cargada de acontecimientos, escribiendo a pie de página de la existencia algunas notas aclaratorias que, querámoslo o no, nos hacen reflexionar sobre lo que verdaderamente importa. Son situaciones especiales y comunes a todo mortal que muestran de forma descarnada la vulnerabilidad del ser humano. De un día para otro, incluso en cuestión de segundos, todo puede cambiar e irse al garete.

Comprobado, en las recientes catástrofes (terremotos, tsunamis, inundaciones…) y en el día a día de cada persona. La vida ejerce un magisterio repleto de experiencias prácticas que, a fuerza de golpes certeros, esculpen la madurez como obra maestra. El sufrimiento nos

interpela y espera paciente nuestra respuesta.

«Contra el dolor, el otro». Es un clamor universal que reconforta porque todos en algún momento de nuestra vida hemos necesitado o prestado ayuda. Volver a empezar, intentarlo de nuevo, es coger con fuerza el timón para dirigirnos a puerto seguro. Esta es la cuestión, saber a dónde ir y cómo hacerlo. Identificarse con el que sufre es ayudarle a que su situación sea algo más llevadera. El misterio del sufrimiento humano se desvela y revela con la misericordia y el amor. Para siempre, historias de héroes anónimos que salvan vidas arriesgando la propia, historias de gente que sufre y gente que sabe consolar, historias que necesitan un final feliz, historias con asterisco, es decir, con notas aclaratorias, a pie de página de la existencia.

Vale la pena comprobar datos, el resultado no puede ser más satisfactorio. Entre la vida y la muerte, el dolor y la desolación, el horror y la impotencia, una cadena humana que fortalece. Historias para reír y llorar, historias de gente corriente, como usted y como yo, que dejan al descubierto lo mejor del ser humano, subrayando la importancia de tener siempre alguien a quien amar. «Dime tu casa y te diré tu mundo». Ahora para muchos, su mundo está en nuestras manos, a pie de página de la vida.