Soy afortunado, quizás representante informal de muchos afortunados que no hemos tenido ni fallecidos ni heridos graves en la familia, que conservamos nuestros hogares, que incluso conservamos nuestros pequeños negocios o nuestros trabajos.

Entre el primer terremoto y el segundo hablaba con mis socios medio en broma medio en serio que debíamos dejar la reunión, que teníamos que disfrutar, quizás tomarnos una cerveza, esperanzados por saber que los nuestros estaban bien, continuamos nuestra reunión, cuando de repente el segundo terremoto, esta vez, más fuerte, sacudido la tierra.

Salimos corriendo de la sala del Hotel Jardines de Lorca donde celebrábamos nuestra reunión, sin mirar hacia arriba, sin protegernos de los posibles desprendimientos; esta vez si había ido en serio, recogimos portátiles, proyectores, papeles, etc., y comenzamos a llamar a nuestras familias. Todos estaban bien, pero queríamos verlos.

Fue impresionante la nube de polvo que sobrevolaba Lorca, una imagen dantesca desde la Alameda Rafael Méndez, gente corriendo, caras desencajadas, yo aminore mi marcha y comencé a echar fotografías, la 1 a la fachada derruida del hotel, la segunda a la estación de RENFE, Sutullena, la tercera a los escombros en el bajo de la Plaza de Carruajes, la cuarta en la avda Juan Carlos I, escombros sobre un coche, y así sucesivamente hasta cerca de 100 desde las 18.30 h hasta las 00:00 h.

Comencé a comunicar vía Twitter el punto de vista de mi iphone, sin saber por que, sin saber la trascendencia de esas imágenes en esos primeros momentos de desconcierto, de desinformación.

Encontré a mi mujer y a mi hijo, en la calle justo debajo de casa, la habían abandonado tras la primera sacudida, nerviosos, nos abrazamos, ESTABAN BIEN, debía seguir fotografiando esos momentos para que no se quedaran solo en mi retina, subí a casa, cogí el cargador del móvil, un par de botellas de agua, algo de comer, y nos fuimos a buscar a familiares.

Continuaba plasmando fotografías, de pronto comencé a recibir llamadas de teléfono: Murcia, Madrid, Valencia, Bilbao, etc. mis tuits estaban volando por la red con fotografías, con mis comentarios, medios de comunicación escritos, televisiones, radios como: El País, Tele cinco, Radio Euskadi, Diario La Opinión, etc. se hacían eco de mi punto de vista. Un poco más tarde dos llamadas desde Uruguay, otra desde Argentina interesados por la noticia del terremoto, los tuist cruzado "el charco" en apenas 1 hora.

Quizás el compartir las fotografías y comentarios del terremoto de Lorca fue mi válvula de escape, una manera de mitigar los efectos del terrible sismo, compartir mis momentos con los demás fue mi grano de arena para contar lo que pasaba, lo que sufríamos, en directo.