En la selección lingüística española hace falta alguien arriba. El equipo de la Academia es muy defensivo, cerrado atrás, conservador, y es preciso alguien que suba, coja balones y tome la iniciativa con el vocabulario que añade la informática, fácil de controlar porque se presenta a fecha fija. Basta infiltrar a alguien con capacidad para traducir o para nombrar en la cola de compradores del iPad —o el artilugio nuevo que sea— que halle la palabra que ya tiene el castellano y que la popularice entre los popes locales del ramo.

Pienso en ´tableta´. La ´tableta´ es, en realidad —¡gracias Wikipedia!— «una tableta digitalizadora o tableta gráfica, un periférico que permite al usuario introducir gráficos o dibujos a mano, tal como lo haría con lápiz y papel. También permite apuntar y señalar los objetos que se encuentran en la pantalla. Es una superficie plana sobre la que el usuario puede dibujar una imagen usando el estilete (lapicero) que viene junto a la tableta».

Lo llamamos ´tableta´ porque en inglés dicen ´tablet´, pero leemos la definición y vemos el cacharro ¿qué es lo más parecido, lo más análogo, a este aparato digital? Respuesta: la pizarra o la tablilla, «pequeña placa barnizada o encerada en que antiguamente se escribía con un punzón».

Por qué aceptar que ´tablet´ se convierta en ´tableta´ cuando es una tablilla o pizarra, entendidas ambas como encerado, aunque ese encerado no sea lienzo barnizado, aunque sea una pizarra de plasma, no de pizarra, y ese plasma no sea sanguíneo sino materia gaseosa fuertemente ionizada, con igual número de cargas libres positivas y negativas. Mejor tablilla o pizarra electrónica.

´Tableta´ es un vocablo que ya tenemos ocupado por la madera de sierra, más bien pequeña, que se usa especialmente para entarimar, por la pastilla de chocolate plana y rectangular y, en la calle, fuera del diccionario, por el vientre masculino.