La lucha de la ciudadanía por la libertad y la justicia en los países árabes pone de relieve las relaciones entre los países desarrollados y los que poseen materias primas o tienen un gran interés geoestratégico para mantener y consolidar el poder de los países enriquecidos (Estados Unidos, China, Rusia, Unión Europea…) sobre el resto.

Los intereses de los países enriquecidos, a través de las multinacionales y grandes empresas, exigen que los Gobiernos sean dictatoriales o, como mucho, con un cierto maquillaje de democracia. El capitalismo hace funcionar la economía destructora y depredadora eliminando los Derechos Humanos. Según este criterio, cuanto más se violan los Derechos Humanos mejor funciona la economía, es decir, los beneficios para las multinacionales son más cuantiosos.

Los Gobiernos occidentales se llevan de maravilla con los dictadores, porque les permite hacer negocio en sus países, dejando que estos tiranos guarden sus grandes fortunas en bancos norteamericanos, europeos, chinos, etc. Muchos ciudadanos se preguntan cómo es posible que estos tiranos se hayan mantenido durante tantos años en el poder; la respuesta es sencilla: porque se les ha apoyado, sabiendo que no respetaban los Derechos Humanos. Nos dicen que lo que importa es el petróleo, el gas, el control del peligro terrorista islámico, que no nos quejemos porque nuestros países se benefician de este tipo de Gobiernos.

La verdadera democracia, la justicia y el cumplimiento de los Derechos Humanos se ven como un peligro para la economía de los inversores y especuladores y, por tanto, nuestros Gobiernos no sólo no hacen nada, sino que son cómplices de esta situación. Por eso, no es de extrañar que el ayuntamiento de Lorca se haya gastado 6.000 euros en agasajar a empresarios chinos, cuando los trabajadores chinos están siendo explotados; que el presidente del Gobierno dijera que ante la violación de los Derechos Humanos de la población del Sáhara a manos de la Policía marroquí había que tener muy presente los intereses económicos de España en esa zona; que Estados Unidos asesore en la tortura y dé información a través de sus servicios secretos de los líderes sociales que luchan por la democracia.

En este sentido, muchos países venden armas a los tiranos para que se mantengan en el poder y protejan sus intereses económicos. Muchos Gobiernos critican a Gadafi y lo llaman dictador y, en cambio, les venden armas, e incluso el expresidente Aznar le regaló un caballo.

Cuando un presidente de Gobierno va a visitar un país que viola los Derechos Humanos no se lleva con él a defensores de los mismos o a sindicalistas; se lleva a empresarios para que hagan sus negocios. Muchos empresarios, por el proceso de deslocalización, se llevan sus empresas de países que tienen un Estado de Derecho amparado en los Derechos Humanos a otros países donde tales Derechos se violan sistemáticamente. Dicen que las ganancias son mayores.

Creo que la economía se debería articular y vertebrar a través del respeto y el cumplimiento de los Derechos Humanos, porque una humanidad donde no haya ningún rincón del mundo sin libertad, justicia y paz es un proyecto político y social que merece por el que merece la pena luchar. De lo contrario ¿qué futuro nos espera?