A poco que nos descuidemos el final del verano nos sorprenderá con su carga de nostalgia y vuelta a empezar. Las temperaturas tan elevadas que estamos sufriendo no ayudan a creérselo, sin embargo, las noticias sobre el encarecimiento de ´la vuelta al cole´ espabila para reciclar y heredar material escolar y uniforme, además de aprovechar cualquier atisbo de rebajas porque no están los tiempos para despilfarrar.

La vuelta a casa aunque las vacaciones no nos hayan llevado –como aquel que dice– más allá de la vuelta a la esquina, supone para todos reanudar nuestra tarea cotidiana. Muchos padres cargarán con la mochila de sus hijos por una cuesta que no es la archiconocida de enero. No pocos profesores recibirán un curso más a sus alumnos con la ´deconstrucción educativa´ del verano. Una cantidad escandalosamente numerosa de parados se preguntará por dónde empezar. Quizás, con muchísima suerte, el curso político tome un cariz diferente porque, ¡apañados vamos!

De un modo u otro regresamos a casa cargados de bártulos, experiencias y, ¿por qué no? ilusiones. Puede que al principio las cuatro paredes de siempre nos agobien, pero son nuestro conocido centro de operaciones. Un poco de orden, organización y control para establecer la estrategia a seguir. Son bastantes las situaciones que nos vienen dadas, otras dependen de nosotros como la actitud que ante todas podemos tomar. La eterna cuestión de ser o no ser nos sitúa ante la eficacia del saber estar. En verano comprobamos con demasiada frecuencia que «hay quienes viven en Jauja, fascinados por la incongruencia de su lógica dislocada; los más nos sentimos alterados, en un estado desasosegado de pérdida de intimidad e inquieta y desmesurada atención hacia lo exterior; otros pocos vienen optando por el ensimismamiento y se hallan desentendidos del mundo, retirados a esos que poéticamente se ha dado en llamar paisajes interiores. No es infrecuente toparse con quienes viven –es un decir– a merced de sus propios miedos, ni tampoco con esas revertianas siluetas que caminan hacia ninguna parte y sin manual de instrucciones».(José Ángel Zubiaur)

El final del verano suele traernos el recuerdo y algo de nostalgia de todos los veranos de nuestra vida porque muchos de ellos nos gustaría volverlos a vivir. Sin embargo, la realidad es que ningún tiempo pasado sería el mismo en la actualidad. Lo vivido, vivido está. El hoy y el ahora es nuestra tarea pendiente. ¡Bienvenidos a casa!