Los gobiernos actuales, para justificar los tremendos recortes en derechos sociales y laborales, apelan a la necesidad de hacer sacrificios para dar confianza a los mercados financieros. Nuestros gobiernos, entre ellos el español, apelando a la necesidad y a la responsabilidad, han recortado prestaciones sociales, han aprobado una reforma laboral que pretende dejar a la clase trabajadora a merced de la voluntad de los empresarios y esta reforma laboral, posiblemente, se endurezca más para los trabajadores en su tramitación parlamentaria, han congelado pensiones, recortado significativamente las ayudas a proyectos de cooperación internacional, pretenden retrasar la edad de jubilación y aumentar el números de años para calcular la cantidad de la pensión, han rebajado los sueldos a los funcionarios y no van a cubrir muchas bajas en sanidad y educación… Además, se amenaza con nuevas medias.

Pero, en aras de contentar a los mercados financieros, los gobiernos han inyectado miles de millones de euros al sistema financiero, y además nuestro gobierno ha privatizado las cajas de ahorros. Este dinero ha provocado un inmenso déficit público. O sea, que para contentar a los mercados financieros hay que dar dinero a los causantes de esta crisis, que algunos denominamos «saqueo», y los que no tienen culpa deben pagar las consecuencias de las mismas.

Los mercados financieros exigen socializar los gastos y privatizar los beneficios, pero además exigen que hay que mercantilizar la vida y economizar la moral, de tal manera que se instaure este pensamiento único: Fuera del neoliberalismo no hay salvación posible. Para que todo esto se consolide, sin provocar ningún conflicto social de envergadura, es necesario conseguir la complicidad de los diversos gobiernos y la sumisión, el silencio y la obediencia de la ciudadanía. Es curioso escuchar a obreros aceptar que esto es así y que no puede ser de otra manera. Hay que contentar a los mercados financieros para obtener su clemencia. Es como si los mercados financieros tuvieran vida por sí mismos, como si fueran alguien.

Todo esto, me recuerda a la religión: los mercados financieros serían los nuevos dioses, los gobiernos serían sus sacerdotes y el pueblo tendría una actitud de adoración y resignación. Los ritos serían las bolsas, y los bancos, los nuevos templos. El sacrificio exigido es la del pueblo humilde, pobre y trabajador en el altar del capitalismo.

Es necesario desmontar este tinglado porque los mercados financieros son un espacio articulados por unos mecanismos económicos que lo único que pretenden es obtener riqueza a través de la especulación. Y este juego económico ha sido creado por personas, que a través de multinacionales, bancos y organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial o el Banco Europeo, han creado este sistema de funcionamiento especulativo y atroz y que lo único que sirve es para alimentar la avaricia y la codicia de unos cuantos. Y, esta codicia y avaricia de unos cuantos (tienen nombres y apellidos) es insaciable. En la medida que seamos conscientes de esto, podremos cambiar de rumbo. Espero que sea así por el bien del futuro de la humanidad.