La gente va y viene a su aire, desfilando sin orden ni concierto por todas partes; de espaldas no sólo a una moda con estilo sino a cualquier atisbo de buen gusto. Plazas y calles se han convertido inopinadamente en un gran carnaval

Vivimos un mondo y lirondo `me lo quito, me lo pongo´, sin un mínimo sentido de la estética por no hablar de ética (en realidad, la belleza es una dimensión de la ética). En el deambular cotidiano es habitual toparse con apariencias desfiguradas: disfraces inverosímiles, vestimentas imposibles que dificultan y vulneran las normas básicas de convivencia.

De la cabeza (peinados, colores, rizos, alisados) a los pies (zapatos y zapatillas, botas y botines, sandalias), la moda 'masificada' está sufriendo una profunda crisis de ausencia de valores. Hemos pasado de la extrema pulcritud y cuidado en el vestir -según horario, tiempo y lugar-, a una tremenda confusión de trapos y harapos: 'Moda Babel' Perchas desvencijadas, modelos indescriptibles instalados en la provocación del 'a ti qué te importa'. Ropas y ropajes sin fondos de armario que los guarden. Dualidad imperante de ser y parecer.

A buen recaudo -gracias a magníficos profesionales- la auténtica moda que respeta y enaltece la dignidad y belleza de cada persona. Diseños exclusivos, clásicos y de vanguardia. Formas y colores, tejidos, joyas, abalorios... pasarelas de ensueño.

La vida se desarrolla en diversas esferas sociales que parten del núcleo familiar. Las relaciones humanas ordenadas constituyen la base de toda convivencia. Hacer lo que debemos porque libremente queremos, y no hacer lo que queremos indebidamente. Son parámetros que mantienen las reglas del juego limpio. Saber estar es fiel reflejo de saber ser. El término medio donde siempre está la virtud no quiere decir mediocridad. Es el medio entre un exceso y un defecto pero es una cumbre. Es una buena medida que en algunas ciudades costeras de nuestro país se prohíba al personal ir vestido como en la playa (ropa de baño y demás). Algo es algo pero el suma y sigue deja cuentas pendientes -¡estamos en crisis!- en la familia, la escuela y un largo etcétera que no se puede recortar. Siempre se puede mejorar algo. La educación es el quid de la cuestión, imprime tono humano -elegancia, estilo, belleza-saber ser y saber estar. Moda a nuestro modo, hilvanada a través del tiempo que queda engarzado entre costuras (emulando a María Dueñas), marcando -sin pasarelas- los mejores desfiles de nuestra vida.