Aún recuerdo aquellas películas de Bond, James Bond, donde el maléfico Kaos sembraba la discordia por el mundo. A ser posible organizando una catástrofe que destruyera todo el orbe. Eso sí, siempre ganaba América, y perdía, incluso ridiculizada, la pérfida URSS. Y es que no en vano se trataba de un agente de Su Graciosa Majestad británica, y sabido es que los americanos y los británicos comen en la misma mesa siempre. Por eso tan extraño me pareció aquella foto en las Azores en la que un presidente del Gobierno de España figuraba junto a los dos magnates de turno de esas naciones. ¿Será porque la vanidad humana es tan grande que no permite darte cuenta de lo equivocado que estás en ocasiones? ¿O sería en agradecimiento de los magnates (flaco favor) por los platos de jamón de Jabugo en Doñana zampados, en su caso, al menos por el británico?

Lo cierto es que curiosamente ahora tenemos en nuestra Región dando Ética, nada más y nada menos, al posante de esa foto, que se mostraba partidario de la guerra. Claro que si observamos la historia y vemos que en la cadena radiofónica que proclama, con razón, la caridad cristiana, han trabajado personas tan caritativas como Encarna Sánchez, José María García y Jiménez Losantos, todo es posible y nada extraña.

Pero el caos al que me refiero es mucho más sencillo, aunque a veces también parezca que vas a la guerra. Se trata del caos circulatorio en nuestra ciudad. Si parto de la premisa -seguramente falsa- de que el tranvía no es la panacea porque está más pasado que Ramoncín, y su misión puede cubrirla perfectamente el autobús urbano, el caos que por su culpa (es una forma de hablar, porque la culpa siempre es humana) se está organizando, es de órdago a los pares.

Toda Murcia está levantada, de cuatro a dos, y de dos a un carril, en más de una avenida. Eso sin contar dos cosas. Una, la macroredonda que está ya en funcionamiento al final de Juan Carlos I, por tamaño y por salidas: una, al cementerio; dos, a la gasolinera; tres, a Alicante y a las urbanizaciones; cuatro, a Molina de Segura; y cinco, a la Universidad, sin contar la de vuelta a Murcia, si te has liado. Y en segundo lugar y a continuación, si consigues salir hacia la Universidad, llegar a ella ya es otro cantar, porque todo el tráfico que baja de la autovía da la vuelta en la redonda de inicio de la Universidad. Si a ello se le adiciona que el Polígono El Tiro va a reclamar mucho tráfico, empezando por hoy mismo, que entra ya en funcionamiento uno de sus locales comerciales con bastante tirada, lo dicho, esto es un caos. Pero si lo que quieres es ir a la propia Universidad simplemente a estudiar o a trabajar, ármate de paciencia. Un solo carril, que ocasiona un colapso en redondo de todo el circuito universitario. Los peatones se la juegan para pasar de un lado a otro del mismo, pues deben hacerlo atravesando unos puentes minúsculos nada garantes de tu seguridad personal y vial. Cuando por fin llegas a clase y comienzas la misma, das gracias a Dios de que en ese momento no estén taladrando el asfalto para poder escuchar y concentrarte. Acaba la tarde y empieza otra vez el caos, similar al que se organiza por la mañana para entrar desde la autovía. Una cola de padre y muy señor mío, que con un poco de suerte le permite al alumno llegar a la segunda hora a clase. Pues para salir, idem de idem, ponte en cola hasta que te toque.

Caos: estado de confusión y desorden en que se halla nuestra ciudad hasta que finalicen las obras (definición del que las padece a diario).