Me he alegrado mucho por el Premio Planeta que acaba de obtener la escritora y periodista Ángeles Caso, aunque tengo que reconocer que mi ilustre colega se me ha adelantado, ¡y con menuda fortuna!, en la idea de escribir una novela inspirada en una empleada de hogar inmigrante. Si la autora asturiana galardonada con su obra titulada, muy expresivamente por cierto, 'Contra el viento', lo ha hecho basándose en una antigua asistenta suya, natural de Cabo Verde, en mi caso pensaba escribirla teniendo como referencia la peripecia vital de Irina, la mujer ucraniana que trabaja en casa dos días a la semana en tareas de limpieza.

Creo que esta novela que muy pronto estará en las librerías, dada la solvencia tanto literaria como ética de su creadora, y con la enorme difusión y promoción mercadotécnica impulsada por la poderosa editorial que la publica, contribuirá a que su numeroso público lector, tenga una mirada más profunda y humana sobre esa importante parcela del ámbito de la inmigración constituida por las empleadas de hogar, ya sean éstas latinoamericanas, procedentes de los países de la desaparecida URSS o caboverdianas como lo es la protagonista del libro premiado.

Si tenemos en cuenta que muchas veces las preocupaciones por las consecuencias de la actual crisis económica que agobian a un segmento considerable de la población española, derivan en el mantenimiento de actitudes xenófobas, es necesario más que nunca, desarrollar la empatía para situarnos en el alma de quienes han venido a nuestro país en busca de un mejor horizonte laboral que el que les permite su añorada patria. En este sentido, son muy pertinentes las recientes declaraciones del prestigioso cineasta Costa-Gavras a raíz de la presentación de su nueva película, 'Edén al Oeste', que versa sobre el drama de la emigración, cuando afirma que con este filme "he pretendido mostrar que los emigrantes son gente como cualquiera de nosotros, son personas luminosas, que tienen luz propia".

Confirmo esas hermosas y lúcidas palabras en el caso de la mencionada Irina, licenciada en Economía, entusiasta lectora de libros a la vez que bella y simpática, que con gran dignidad y sacrificio, y sin que se le caigan los anillos por ello, limpia, además de en la mía, en varias casas ajenas, con el propósito de sufragar la carrera universitaria de su hija, estudiante de Psicología en Ucrania. Tanto ella, como otras muchas más procedentes de los más variopintos países del planeta, son merecedoras de una novela que nos descubra la realidad, a veces sumamente lacerante, de sus vidas, pues como ha manifestado Ángeles Caso "son doblemente invisibles, por ser mujeres y por inmigrantes".

Las obras de artistas como los ya citados Costa-Gavras y Ángeles Caso, al ponerse en la piel de sus personajes, a través del cine y la literatura respectivamente, suponen un aldabonazo para despertar nuestras, con excesiva frecuencia adormecidas, conciencias, y sensibilizarnos para conocer mejor y ser fraternalmente solidarios con quienes contribuyen a nuestro bienestar, con su esfuerzo y dedicación en la limpieza de nuestros hogares y el cuidado de nuestros niños y ancianos. Tal vez no todas padezcan el denominado "síndrome de Ulises", al menos de forma tan extrema como lo formuló hace tiempo, su descubridor el psiquiatra Joseba Achótegui, referido al mundo de la inmigración, pero es indudable que algunos de sus síntomas como lo son la soledad y el sentimiento de lucha por sobrevivir, sí lo padecen en su inmensa mayoría.

De nuestra actitud hacia sus personas, depende en gran medida, que esa carga les resulte más liviana y llevadera.