Hubo tanta oferta televisiva la última noche del año como, supongo, exceso de comidas en las mesas de las familias que han superado la crisis. No hablemos de las ricas, que tirarían la casa por allí, por la ventana. Con la tele igual. No sólo no da tiempo a verlo todo sino que es imposible comentarlo todo. Haré como los perros, que esconden las sobras para ir a ellas en momentos de escasez.

Aún así no dejo para mañana lo que pueda destacar hoy. ¿Vieron el especial de Cachitos de hierro y cromo? Corran a La 2 y luego me cuentan.

Ni tontadas tipo Sálvame start ni los simpáticos Cristina Pardo e Iñaki López dando las uvas en La Sexta con un rollito distinto al resto, y desde luego ni siquiera el fenómeno creado en torno al vestido de Cristina Pedroche, que no sólo no viste sino que enseña, aunque destaquemos lo de José Mota en La 1. El especial Nochevieja a cachitos, con Virginia Díaz, Txabi Franquesa y Electric Nana, lo mejor.

Con decirles que viendo a los grupos y artistas que actuaron volví a creer en la música en televisión, qué digo, vi y escuché música en televisión, música de verdad, de la buena, en directo, sin jurados que ponen caras y sentencian con el culo, y concursantes que animan un cotarro que nace cadáver. Cachitos, bendito Cachitos.

Y no se puede hablar de música, de buena música, de galas, y de excelencia en estas fechas si no se habla del Concierto de Año Nuevo, uno de esos raros gustazos que nos damos más de uno, sin salir de casa. Por cierto, termino como lo hice el año pasado. Que al lado de Cristina Pedroche estuviera Chicote en Antena 3 es tan irrelevante como acabar esta columna comentando la nada de un no vestido.