Se pone sus tacones de aguja, cruza la ciudad arrastrando la maletita del fin de semana, toca a la puerta, y zas, como aquellas vendedoras de Avón, se presenta en la casa de su anfitrión con la idea de pasar 2 días y una noche. Las vende- doras de jabones y cremas no se quedaban a dormir en la casa de sus clientas, pero Susana Griso sí, aunque me quedé loco viendo en una de las entregas el arsenal de pinturas, sombras, brochas, y no sé cuántas milagros de belleza que acompañan a la periodista.

El esquema del programa es simple. Pasar unas horas con algún conocido. Sea un cantante como Sergio Dalma , una política como Cristina Cifuentes , o un eterno como Raphael . Claro que existen muchas diferencias con respecto a En la tuya o en la mía . Por lo pronto, y fundamental, en 2 días y una noche no aparece Bertín Osborne. Gran alivio. Tampoco tienen que ser íntimos de Susana Griso, ni se hace en su casa el programa, y aunque también indaga en partes desconocidas del invitado, Susana imprime un tono más periodístico al encuentro.

El formato trata de descubrir aspectos novedosos, pero qué podemos saber de Raphael que no sepamos ya -que él quiera que sepamos-. Cabe una sorpresa. Debería de invitar a Rajoy -lo hizo en la entrevista de hace unos días en la Moncloa-. Y el presidente en funciones, que espera agazapado detrás de la linde a que se estrelle Pedro Sánchez y Rivera , por el bien de España, debería de aceptar.

Hay que saber con urgencia qué pasa por la cabeza de alguien que dice que «somos sentimientos y tenemos seres humanos». Otra genial marianada. Creía que era un invento, pero no, lo dijo. Qué no será capaz de largar en 2 días y una noche . Anda, Susana, insiste.