El inmenso corazón del buen pastor se detuvo y dejó huérfanas a las dos parroquias que mimó hasta el final: Santa María Reina de los Corazones, asentada en el polígono residencial de Santa Ana (Cartagena), y la comunidad cristiana del pequeño pueblo cartagenero de Santa Ana. El padre Juan de Dios Pérez Martínez (1943) fallecía el pasado jueves a los 73 años, después de entregar una vida al servicio de sus feligreses y a la docencia en los institutos y las catequesis.

De alta estatura y fuerte complexión, su corazón era aún más grande, como así le describe el sacerdote José Abellán, vicario de la zona de Cartagena. El padre Juan de Dios era ante todo un hombre llano, muy generoso y sencillo; pero también era un cura que llamaba a las cosas por su nombre y nunca supo nadar en dos aguas. Incluso en las eucaristías, hablaba claro, con firmeza y sin pelos en la lengua, aunque siempre con una gracia única, sin ofender. Sabía ganarse a la gente: tenía ese don especial.

Amaba la naturaleza y le encantaba salir a andar. En las vacaciones solía recorrer kilómetros y kilómetros, casi sin límite, por el campo de Cartagena; era una afición que sembró desde muy joven en el vasto campo andaluz, su tierra natal.

Y es que el padre Juan de Dios nació en Galera (Granada), en cuya Diócesis de Guadix dio sus primeros pasos como religioso hasta que en 1978 se trasladó a la Región por motivos familiares. Desembarcó primero en Alcantarilla, donde trabajaban sus hermanas, y dos años después, en 1980, pasó a ejercer como cura en Cartagena. Ofició hasta 1992 en el templo San Ginés de la Jara, cuya construcción del complejo parroquial supervisó personalmente. «Es el artífice de esa parroquia: su iglesia, sus salones, su vivienda?, la hizo completa.

Trabajaba con los arquitectos y los albañiles», recuerda José Abellán, quien no duda en definirle como un hombre «lúcido y con habilidad para gestionar».

Era además un trabajador incansable y su tiempo también se lo dedicaba a la enseñanza. Fue profesor en un instituto de Alcantarilla y en dos IES de Cartagena. Y nunca descuidó las catequesis de sus parroquias. Se preparaba los temas junto con las catequistas. Precisamente ellas, las catequistas, nunca olvidarán su cuidado por el detalle, su meticulosidad: antes de cada reunión, el padre Juan de Dios les servía su café, junto con unas pasas.

Tras un periplo de nueve años en La Purísima -sita en la pedanía murciana de Javalí Nuevo-, regresó a Cartagena en 2001 y se ocupó de la parroquia del polígono residencial de Santa Ana, donde también se implicó en las obras de la iglesia. Y en 2012 también se hizo cargo de la parroquia del pueblo de Santa Ana.

Sus feligreses le querían. Y se lo demostraron en su último adiós: el templo de Santa María Reina de los Corazones se llenó para despedirle en una misa exequial que presidió el obispo, José Manuel Lorca Planes. Cuentan que se derramaron lágrimas entre los fieles. A ellos, el padre Juan de Dios les había dado todo.