"Me están acribillando por defender a España y a los españoles". Yolanda, la hostelera extremeña que regenta desde hace año y medio una cafetería en la avenida de Schultz en Gijón -y que colgó un cartel en el que se leía "Se admiten mascotas, independentistas no"- teme por la seguridad e integridad de su negocio después de recibir un aluvión de mensajes, insultos y amenazas, en su mayoría dirigidos contra ella y la cafetería por el cartel, ya retirado.

"En mi casa no tengo por qué aguantar que se caguen en los 'putos' españoles", explica la propietaria del café en relación a un altercado que vivió hace dos semanas en su local. "Fue hace unos 18 días, más o menos, llegaron dos chicas y un chico y se pusieron a hablar, no creo que fuesen catalanes, pero empezaron a insultar a los españoles y decir que estaban a favor de los independentistas". "Les invité a irse porque no se debe insultar a nadie, ni aquí ni en ningún sitio, y no iba a permitir que molestasen al resto de clientes", sostiene.

Después de este incidente optó por colocar en la cristalera del negocio el cartel en cuestión: 'Se admiten mascotas, independentistas no'. "No pensé que fuera a llegar tan lejos, pero se ha salido de madre por culpa de ciertos personajes que dicen reivindicar algo y luego van acribillando a diestro y siniestro", lamenta. "Soy yo la única que lo está pasando mal", asegur ahora. Y ahí estuvo colocado varios días. "A muchos les hacía gracia, otros le sacaban fotos pero no pasaba nada", sostiene. Hasta que pasó.

Insultos y amenazas

Ya desde el domingo comenzó a recibir mensajes en su cuenta de Facebook. "Improperios y amenazas que hicieron que borrase la cuenta, pero antes hice capturas de los comentarios y apunté todos los nombres; ya les he denunciado ante Google y estoy pensando hacer en Comisaría", advierte la hostelera, de origen extremeño pero que lleva varios años viviendo en Asturias.

Los clientes habituales, no obstante, la apoyan y tratan de darle ánimos. "Me dicen que es libertad de expresión, que no me preocupe", describe agradecida adviriendo que en su cafetería se recibe a todo el mundo independientemente "de su religión, raza o ideología, pero siempre que se expresen con respeto".