La Infanta Cristina se convirtió, allá por abril de 2013, en el primer miembro de la Casa Real en ser imputado en un caso de corrupción, el caso Nóos, del que ha sido condenada como responsable civil. Como tal, la Cristina de Borbón ha sido absuelta y no deberá ingresar en prisión, pero deberá hacer frente a una multa de 265.000 euros por su responsabilidad civil.

Doña Cristina Federica de Borbón y Grecia se casó el 4 de octubre de 1997 con Iñaki Urdangarin, también imputado por su implicación en el caso Nóos.

La segunda hija de los Reyes de España nació en Madrid el 13 de junio de 1965 y fue bautizada en el Palacio de la Zarzuela por el arzobispo de Madrid, siendo sus padrinos el duque de Cádiz, Alfonso de Borbón, Duque de Cádiz, y la Infanta Doña María Cristina de Borbón y Battenberg.

Estudió en el Colegio Santa María del Camino y se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid en 1989. En 1990 realizó un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Nueva York y a partir de 1991 inició un período de prácticas en la sede de la UNESCO en París.

Posteriormente, ha seguido vinculada a esta organización internacional, en la que es presidenta de honor en su Comisión Española, y ha apoyado varios de sus proyectos, especialmente educativos, con particular atención a sus actividades de protección del Patrimonio natural y artístico.

Presta su apoyo a diversas entidades de carácter asistencial y participa personalmente en los Cursos de Vela Adaptada para personas con minusvalías. Actualmente preside la Fundación Internacional de Vela para Discapacitados, IFDS.

Ha sido durante años directora del Área Social de la Fundación La Caixa, en Barcelona. Continuó trabajando también para esta entidad durante su estancia con su familia en Washington, a donde se trasladó en 2009 para que su marido trabajase como presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica Latinoamérica.

Fue precisamente durante su estancia en la capital estadounidense donde estalló el escándalo por el presunto caso de corrupción, del que surgieron las primeras informaciones en 2006. Fue el 7 de noviembre 2011 cuando saltaron todas las alarmas, después de que la Policía Judicial registrara la sede de Nóos y otras sociedades mercantiles vinculadas al duque de Palma.

La hija menor de los Reyes decidió posteriormente volver de Estados Unidos a España porque no soportaba el aislamiento y la lejanía. Tras doce meses instalados de nuevo en Barcelona la Infanta se dio cuenta lo mucho que le perjudicaban los comentarios sobre los problemas judiciales de la pareja a sus cuatro hijos, Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene. Así, que de nuevo se plantearon salir del país.

Primero se habló de Catar, pero finalmente Ginebra fue la ciudad elegida. La Caixa ofreció trabajo a la hija del monarca español en la ciudad suiza como directora de relaciones internacionales de la entidad, trabajo al que se ha especulado durante largo tiempo que renunciaría, cosa que no ha llegado a suceder. En febrero de 2016, eso sí, pidió una baja temporal sin sueldo para poder encargarse de sus responsabilidades respecto al enjuiciamiento.

Una imputación que tardó en llegar

Si bien el sindicato Manos Limpias había pedido la imputación de Cristina de Borbón desde que en 2012 se supiera que se benefició a título lucrativo de las tramas urdidas por la red de empresas de su marido, el juez Castro había desestimado siempre estas demandas. La primera decisión al respecto la tomó en marzo de 2012, cuando no halló pruebas que justificaran una imputación, y hubo que esperar hasta un 3 de abril del siguiente año 2013 para que Castro se decidiera finalmente a investigarla.

Antes, Urdangarín se esforzó siempre por exculpar a la infanta de cualquier responsabilidad, aludiendo al desconocimiento que esta tenía de todo lo que rodeaba a la actividad de la sociedad Nóos.

En enero de 2013, Diego Torres la señala directamente, declarando que tanto Cristina de Borbón como la Casa Real estaban al tanto de las irregularidades. Para demostrarlo, entregó a la causa una serie de correos electrónicos como prueba. Esta correspondencia terminó de convencer a José Castro para imputar. La Infanta, deprimida

Desde que estalló el caso Nóos, la vida social de la Infanta Cristina y Urdangarin se vio considerablemente reducida. A la alta burguesía de Barcelona no le gustaba la presencia de la prensa en la puerta de sus clubes de reunión, lo que generó su rechazo y propició que el círculo de amistades de los ex Duques de Palma quedara reducido solo a los más íntimos.

La periodista Paloma Barrientos explicó en un libro sobre la mediana de los hermanos que "emocionalmente, la Infanta está muy mal". "Al comienzo, ella negaba el problema, y luego se sumió en una profunda rabia". Después, comenzó a tolerar la situación paulatinamente, aunque calló "una tristeza profunda".

Al peso de los problemas judiciales, se sumó los problemas familiares que implicaron que la relación con su padre y su hermano, Felipe VI, se enfriara considerablemente. Durante este tiempo solo contó con el apoyo de su madre, la Reina Sofía, y de su hermana Elena.