Mario Conde personificaba, a comienzos de los años 90, la imagen de un ´self-made man´ de éxito, un hombre hecho a sí mismo en la difícil jungla de los negocios. El banco que presidía, Banesto, era la entidad financiera de moda de una España que, a pesar de los problemas industriales, veía asentada su imagen internacional gracias al éxito de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Pero el derrumbe de Banesto, fruto de una arriesgada gestión, le arrastró a la cárcel, acabando con su carrera.

Su detención llega ocho años después de lograr la libertad condicional tras cumplir varios años de condena por el caso Banesto, que se inició el 28 de diciembre de 1993 cuando el Banco de España cesó al equipo gestor y colocó a Alfredo Sáenz Abad, entonces vicepresidente del Banco Bilbao Vizcaya (BBV), como nuevo presidente provisional de la entidad.

Conde nació en la localidad pontevedresa de Tuy en 1948. Hijo de un inspector de Aduanas, realizó sus estudios en el colegio de los Maristas de Alicante y posteriormente se licenciaría en Derecho por la Universidad de Deusto en Bilbao. Con 24 años, obtuvo la mejor nota en la historia de las oposiciones a Abogado del Estado. Pero su vida profesional estaba lejos de las instituciones públicas.

En 1997, de la mano del empresario farmacéutico Juan Abelló, hizo su entrada triunfal en el mundo de la empresa privada. Tras la venta del laboratorio de Abelló, Conde y el propio Abelló saltan a otra aventura empresarial, la empresa Antiobióticos SA. Logran hacerse con su control y venderla en 1987 por casi 60.000 millones de pesetas, la mayor operación económica realizada en España hasta entonces. Con este dinero, dan el salto al panorama de las finanzas, maniobrando hasta conseguir ser nombrados vicepresidentes del Banco Español de Crédito -Banesto- .

Con una gestión basada en la astucia y el riesgo, Conde logró aupar al Banesto hasta la élite del sistema bancario español. Sin embargo, el germen de su declive se estaba incubando sin freno. La concesión de créditos, en un contexto en el que España sufría las consecuencias de la progresiva desindustrialización iniciada en los 80, elevó su tasa de morosidad. Pero eso quedaba en segundo plano. Conde era reconocido en el ámbito nacional como un ejemplo de éxito. Su imagen personal fue copiada por muchos y la gomina con la que adornaba su cabello se convirtió en otro objeto de moda.

La intervención de Banesto en 1993 dejó al descubierto que detrás de Banesto se ocultaba un intrincado y temerario sistema de créditos. Comenzó entonces su periplo judicial, que vivió uno de sus momentos más duros cuando el juez Manuel García Castellón ordenó su ingreso en prisión en diciembre de 1994, de donde pudo salir 34 días después tras depositar una fianza de 2.000 millones de pesetas (doce millones de euros).

No obstante, tuvo que volver a Alcalá-Meco en febrero de 1998, prisión en la que estuvo recluido 17 meses en diferentes grados, tras ser condenado a cuatro años de cárcel por el caso Argentia Trust -desaparición de 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros) de Banesto-.

Sin embargo, su mayor prueba judicial se desarrolló durante los dos años de juicio por el llamado "caso Banesto", por el que fue condenado a diez años y dos meses de cárcel, aunque posteriormente el Tribunal Supremo aumentó la condena de diez a veinte años. En el verano de 2008, logró la libertad condicional.

Mario Conde siempre defendió su inocencia y se consideró a sí mismo como una víctima de las decisiones del ´establishment´ político y económico español. Tras ver finalizado su recorrido en el mundo financiero, se dedicó a escribir libros en los que narraba sus experiencias y apostaba por introducir cambios para dar solución a los problemas políticos, económicos y sociales del país. Fruto de esas inquietudes, creó en 2011 su propio partido, Sociedad Civil y Democracia, con el que se presentó, sin éxito, a las elecciones gallegas de 2012. Antes, en 1998, se afilió al CDS, el partido fundado por Adolfo Suárez tras la ruptura de UCD.

En el plano personal, estuvo casado con Lourdes Arroyo hasta su fallecimiento en 2007. En 2010, volvió a casarse, en esta ocasión con María Pérez Ugena Corominas, aunque en febrero de este año la pareja firmó su divorcio.