Isabel Pantoja atraviesa estos días sus horas más amargas como mujer y como artista y parece haberse rodeado de un muro de silencios y medias verdades a la espera de conocer si el tribunal decide enviarla a prisión, después de darle diez días para que pagase la multa de 1,14 millones de euros y entrase voluntariamente en la cárcel con el apercibimiento de detenerla si no lo hacía voluntariamente.

Aún no se sabe si ha pedido la suspensión de la ejecución de la condena, requisito indispensable para que se pronuncien primero la Fiscalía Anticorrupción y luego el tribunal, ni tampoco se conoce si ha pagado la multa, y sus abogados tampoco lo aclaran. Tienen órdenes tajantes de su cliente de no comentar detalle alguno con la prensa, se quejan del trato que las televisiones están dando al tema y aseguran que esas informaciones ahuyentan a los compradores. ¿Qué compradores? Eso no lo dicen, porque tampoco nunca han confirmado que tengan a la venta algunas propiedades de la artista sevillana, pese a que algunos medios de contenido rosa han informado de que su intención es colocar, por ejemplo, la lujosísima casa madrileña de La Moraleja.

¿Para qué? Tampoco se dice, aunque se conjetura que con ello podría buscar liquidez para hacer frente a la sanción. Televisión Española aseguró ayer que hoy, fecha en la que en un principio acaba el plazo para pagar la multa e ingresar en prisión, tiene previsto abonar la mitad de la sanción y pedir un aplazamiento para el resto de la suma.

La duda surge, en medio de ese muro de silencios en el que se ha rodeado de cantante, en la forma en la que se calcula ese periodo, quién lo controla y por qué es tan elástico, casi tanto como ya ocurrió con José María del Nido, el expresidente sevillista condenado en el caso Minutas.

El auto en el que se exige la entrada en prisión voluntaria en diez días de la cantante es de finales de septiembre, y se le notificó a ella en persona el 9 de octubre. En teoría, esa decena de días correría desde entonces. Si se quitan los fines de semana, el periodo decisivo acaba hoy, pero sus letrados no han pagado aún la multa ni han pedido la suspensión de la ejecución de la sentencia, paso inexcusable y capital para que la Fiscalía informe y el tribunal diga si la cantante debe entrar o no, pague o no la sanción, a cumplir los 24 meses de cárcel que le han impuesto por lavar dinero de Julián Muñoz.

Curiosamente el triángulo amoroso va a compartir destino. Julián Muñoz tiene por delante siete años y ya ha bajado los brazos y no recurre ningún fallo. Prefiere acumular penas y dar por zanjado el caso. Zaldívar, la mujer que se abrió ella solita el abismo por el que ahora transita hablando en televisión de bolsas de basura llenas de dinero, tiene que entrar sí o sí, que diría el malogrado Del Nido, pues su condena es superior a los dos años, y Pantoja, que en un principio se las prometía felices, se las va a ver y a desear para evitar los barrotes después de que el tribunal y la Fiscalía hayan mostrado su lado más duro al tratarse estos delitos de corrupción en su peor faceta, algo que alarma, y mucho, a la sociedad.

Fuentes penitenciarias aseguran que Maite entrará en breve, si no lo ha hecho cuando ustedes leen estas líneas, y Pantoja habría elegido Alcalá de Guadaira. Pero eso también está envuelto en silencio.