Antes lo disimulaban, pero ahora ya no lo hacen. Las relaciones profesionales (y no personales) entre el juez Castro y el fiscal Horrach pasan por su peor momento, sin que se pueda aventurar qué consecuencia tendrá en la resolución definitiva del caso Nóos. Una discrepancia que se centra únicamente en la figura de la Infanta Cristina y en la participación que tuvo en este escándalo que ha afectado directamente a la más alta institución del Estado como es la monarquía.

Hasta no hace mucho tiempo el juez Castro y el fiscal Horrach iban de la mano en esta complicada investigación que desde el principio se centró en desenmascarar las sospechosas actividades que practicaba el yerno del Rey, que había utilizado su posición social para llenarse los bolsillos de dinero público. Pero esta buena sintonía se rompió en el momento que el juez Castro tomó la decisión personal, en contra del criterio del fiscal, de llamar a la Infanta Cristina como imputada por un delito tráfico de influencias. Lo que antes era una discrepancia jurídica sobre la interpretación de unos hechos, que después la Audiencia resolvió, ahora parece que se trata más bien de una cuestión personal, pero que deja muy claro el distanciamiento actual que mantienen el fiscal y el juez.

A Castro no le gustó el contenido del recurso que elaboró el fiscal Horrach (sin que nadie se lo hubiera solicitado), en el que se adelantaba a la petición sobre la posible imputación de la duquesa de Palma, ni los adjetivos que utilizaba. En su escrito el fiscal hablaba de que "la memoria era frágil" y se refería a que el juez había cambiado de opinión, cuando inicialmente se había negado a imputar a la Infanta ante la petición que había formulado el sindicado Manos Limpias.

Es cierto que el juez Castro no había tenido la oportunidad de responder a las críticas que le dedicó Horrach, pero lo ha hecho ahora, con elegancia, pero con una contundencia que pocas veces se ve en una escrito dictado por un magistrado, sobre todo cuando va dirigido a un fiscal. Castro, que al mismo tiempo alaba públicamente el riguroso trabajo que ha hecho el fiscal al impulsar esta investigación, cuestiona ahora que solo se preocupe por recurrir la imputación de una determinada persona cuando precisamente se trata de la hija del Rey. Y critica que no lo hubiera hecho con el resto de imputados (de momento son 42, según cita el juez), sin importarle que la providencia o el auto por el que se fijaba la imputación tuviera o no una amplia argumentación jurídica. Es decir, el juez no llega a entender que Horrach no le haya cuestionado antes una determinada imputación, pero sí lo haga cuando decidió hacerlo con Cristina de Borbón y Grecia.

Imputaciones a diario

Aunque a diario en cualquier juzgado se llama a declarar a una persona como imputada en un documento con pocas líneas de explicación jurídica, el juez Castro era consciente de las consecuencias que iba a tener la citación de la Infanta. Y es por ello por lo que el auto de imputación se sale de lo habitual y recoge un documento de más de 200 folios, la mitad de ellos dedicados a la fundamentación jurídicarecoge un documento de más de 200 folios, la mitad de ellos dedicados a la fundamentación jurídica. El propio juez resalta que jamás una citación de un imputado había generado"tal complejidad procesal" y que por ello se ha visto obligado a escribir "poco menos que un tratado de derecho procesal".

Nunca ha tenido problemas el juez en utilizar la ironía para responder a determinados escritos, sobre todo cuando eran recursos planteados por la defensa. Pero no se había atrevido hasta ahora a recurrir a esta figura retórica cuando contestaba a un escrito del fiscal. Ahora sí lo ha hecho, en un auto que va cargado de ironía, pero sobre todo de una profunda crítica hacia la posición que está adoptando el fiscal, sobre todo en los últimos episodios de la investigación. Tanto "en derecho como en diplomacia las formas son importantes", señala el auto.

Parece que al juez le ha dolido especialmente cuando el fiscal Horrach puso en duda que la resolución judicial que iba a acordar sobre la Infanta obedecía a motivaciones ajenas a la legalidad. Castro cree que en esta polémica "se están perdiendo las formas y eso no es deseable", al tiempo que recuerda que con esta decisión de llamar a hija del Rey no persigue un protagonismo especial, puesto que su umbral profesional más próximo es la jubilación.

Ana Tejeiro y la Infanta

Una de las polémicas más discutidas en esta investigación del caso Nóos es que la justicia no habría tratado de la misma manera a Ana María Tejeiro, la esposa de Diego Torres, que a la infanta Cristina. El propio juez reconoce que es cierto que las dos mujeres han podido tener un trato desigual, pero cree que se debe repartir la culpa. De nuevo Castro acude a la historia de este caso y recuerda que fue el fiscal Horrach quien pidió la autorización para registrar el domicilio de Diego Torres y de su mujer, y que no hizo después lo mismo con la casa de los duques de Palma. Y que tampoco el fiscal cuestionó en ningún momento que hubiera acordado la imputación de Ana María Tejeiro, que incluso acudió a declarar el mismo día que lo hacía su marido. Este diferente criterio sobre las mujeres de los directivos de Nóos es donde el juez sitúa el trato desigual.

Sin embargo, no parece que esta crítica vaya a cambiar la forma de proceder del fiscal. Horrach esperaba que algún que otro reproche le iba a dedicar el juez, porque él había sido el primero en utilizar expresiones muy duras para evitar la imputación de la Infanta. Y de hecho, ayer se tomó estas críticas con deportividad. Aunque reconoce en privado que este distanciamiento profesional con el juez es un hecho evidente, no cree que afecte a la relación personal y que tampoco tendrá ninguna repercusión en el futuro procesal de este caso. Aunque el juez insista en llamar a declarar a la Infanta como imputada, el fiscal sigue reiterando que no tiene ninguna intención de presentar una acusación formal contra ella. Horrach está convencido de que en estos momentos una acusación contra la Infanta no podría prosperar.