"Cataluña no es un problema", ha dicho el Príncipe de Asturias en la recepción ofrecida en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional a un grupo de periodistas que le han preguntado por la crisis política generada tras la apuesta soberanista del presidente de la Generalitat, Artur Mas.

En una conversación distendida con los informadores, don Felipe ha mostrado su convencimiento de que lo que está ocurriendo en Cataluña lo pueden "arreglar" los políticos si actúan con "responsabilidad", así como las instituciones, cada uno cumpliendo con su trabajo y, eso sí, "siguiendo el mismo rumbo".

Pero el príncipe rechaza afrontar la cuestión como un problema, y distingue entre la "Cataluña real" y lo que él llama la "espuma" generada por los enfrentamientos y declaraciones políticas.

"Confío más en la Cataluña real que en la espuma que estamos viendo con lo que hacen unos y otros", ha apuntado el heredero de la Corona, que ha hecho notar la influencia que en todo lo que está pasando tiene la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña.

Una comunidad, ha remarcado, "plural", en la que a su juicio hay ciudadanos que no encuentran "siglas" para su opción política".

En suma, el príncipe ha abogado por "rebajar tensiones", algo que aunque no se ve favorecido por el ambiente preelectoral se puede lograr si "todo el mundo cumple con su trabajo y lo hace en el mismo rumbo".

También ha conversado don Felipe con los periodistas sobre el alcance de la crisis en España, para hacer una reflexión sobre el modo en que la sociedad aborda en su conjunto este asunto.

Ha constatado así que en España se ha pasado de "exigir" que se reconociera la situación de crisis a hablar constantemente de ella.

Y aunque ha admitido que haría falta lanzar un mensaje más optimista a los ciudadanos, también ha señalado que entonces se corre el riesgo de aparecer como "fuera de la realidad", de manera que es difícil conseguir el "equilibrio" en un momento en el que, ha subrayado, "hay gente que lo está pasando muy mal".