El juicio previsto para este lunes en la Audiencia Provincial de Murcia contra un hombre, P. G. S. , acusado de un delito continuado contra los derechos de los trabajadores, un delito continuado relativo a la prostitución y corrupción de menores y un delito continuado contra la integridad moral (por los que se piden cuatro, otro cuatro y dos años de cárcel respectivamente) ha sido aplazado hasta el 6 de julio.

Esto se debe a un acuerdo entre la Fiscalía y la defensa de P. G. S. El aplazamiento está supeditado al pago de la responsabilidad civil. El fiscal pide que el acusado, que cuenta con antecedentes por estafa, dé una indemnización de 6.000 euros para cuatro de las más de 20 víctimas, por daños morales.

Lo que hacía, presuntamente, era poner en Internet un anuncio de que buscaba camarera para los dos garitos que tenía en la capital murciana. En la entrevista con las chicas, las instaba, supuestamente, a tener sexo con los clientes. «Si hacéis esto, vais a cobrar más dinero; no seáis tontas que nadie se va a enterar», indicaba, relata el fiscal.

Asimismo, está acusado de decir a las chicas, algunas de ellas menores, que para conservar el trabajo debían tener relaciones sexuales con él.

P. G. S., de 60 años de edad, se encuentra actualmente en libertad. Se da la circunstancia de que tiene antecedentes por estafa y por conducir sin permiso.

Según se lee en la calificación fiscal, a una de las víctimas le dijo que tenía que tratar muy bien a los clientes, y le detalló quiénes eran los mejores. También le explicó que tendría que vestir camiseta y falda o pantalón corto para que se le vieran bien las piernas, y le pidió que fuera muy cariñosa con los clientes y que ella pusiera los límites.

A las chicas les señalaba que, si veían entrar a la Policía al bar, saliesen de la barra y se mezclaran con los clientes, apunta el Ministerio Público.

Durante la realización de dichas entrevistas de trabajo, presuntamente sugirió a una chica de 17 años que si le hacía una felación tendría ventajas laborales.

La permanencia de las empleadas no solía superar los dos meses en la mayoría de los casos, ya que el acusado no pagaba los salarios y las expulsaba difamándolas entre las compañeras diciendo que las había despedido por robar o por acostarse con otros hombres.

«Tenéis que ser unas putillas, así el negocio irá bien; si el negocio va bien estaréis aquí fijas», les decía el acusado, según la acusación del Ministerio Público.