La sección VII de la Audiencia, con sede desplazada en Elche, ha condenado a 21 años de cárcel al murciano Juan Antonio Martínez Martínez por el asesinato y violación de su pareja, Yolanda Aniorte Cuenca, vecina de Orihuela, donde ambos vivían. Ocurrió en la calle Oriol, en el barrio de Capuchinos, la noche del 1 al 2 de agosto de 2014. El asesino confeso utilizó una mancuerna (una pesa de gimnasio) para acabar con la vida de la mujer con la que se había casado 17 meses antes y con la que tenía una niña de tres años. El fiscal pedía una pena de 27 años por estos hechos.

La presidenta del tribunal, la magistrada Gracia Serrano, de acuerdo con el veredicto del jurado popular, considera que en la causa concurre una eximente incompleta de alteración psíquica y un agravante de parentesco, por lo cual condena al procesado a la pena de 12 años de cárcel por el asesinato. Juan Antonio Martínez, quien también pasará nueve años en prisión al darse como hecho probado que agredió sexualmente a su pareja esa misma noche.

En total 21 años. En el fallo se establece que, después de salir de prisión, no podrá acercarse los siguientes diez años a menos de un kilómetro de distancia a los dos hijos de la mujer (que tenía un niño, de 10 años, fruto de otra relación), así como a la madre de esta, Maruja Cuenca, conocida como la "abuela coraje" por el pundonor y la lucha que demostró para lograr que su nieta no quedara en manos de la familia del asesino, natural de Murcia, tal y como en un primer momento acordó la Conselleria de Bienestar Social, decisión que consiguió revocar en los juzgados de la mano del abogado murciano Guillermo Jiménez-Conde. Otras penas que se le imponen son las indemnizaciones, 110.242 euros para los hijos de Yolanda y 9.586 para la abuela por los perjuicios morales que le ha causado. Estas cuantías están reguladas entre las ayudas a las víctimas de delitos dolosos.

El relato de hechos que acompaña a la sentencia es estremecedor. La noche del 1 al 2 de agosto de 2014, la pareja mantuvo una discusión en el salón de la vivienda porque el ahora condenado creía que Yolanda mantenía relación con su hermano. La mujer decidió marcharse al dormitorio mientras él cogía una mancuerna y procedía a desmontarla, quitándole la pesa de uno de los extremos "para dejara a modo de martillo", explica la resolución. Entonces acudió a la habitación donde, "siendo su intención la de acabar con su vida pero a la vez la de satisfacer su deseo sexual" le propinó un golpe en la cabeza para "vencer y neutralizar su voluntad", la despojó del pantalón y la agredió sexualmente. La mujer seguía aturdida -continúa el relato de hecho- por el primer golpe y él, "valiéndose de la misma mancuerna" comenzó a golpearla en la cabeza hasta causarle la muerte. El cuerpo de Yolanda fue descubierto el día 4 de agosto, dos días más tarde.

La sentencia explica qué hizo el acusado en esos dos días, basándose principalmente en el mismo testimonio que en su día prestó en la Comisaría de Orihuela, ante los inspectores, subinspectores y agentes que, con enorme diligencia y profesionalidad, resolvieron el crimen en cuestión de horas, en colaboración con la Comisaría de Murcia, y pusieron su confesión sobre la mesa de la jueza. Juan Antonio, explica el fallo, procedió a lavarse y se marchó dejando la puerta abierta. Nadie sabe por qué, entonces llamó a emergencias desde un teléfono público para decir que había encontrado en la calle una chica que "se encontraba muy mal" y de la que no dio datos para su localización.

Sobre las seis de la madrugada se marchó hasta Murcia en un taxi pensando que ya estarían buscándolo pero no era así y él se metió en una pensión en compañía de otra mujer. En el relato se explica que el día 4 recibió una llamada de su hermana -madrina de la niña pequeña- a quien le contó que "había hecho lo que tenía que hacer el año pasado". Aquello desencadenó primero la localización del cadáver y después su busca y captura en un barrio marginal de Murcia donde corría la droga.