Una gran columna de humo fue lo que dio la señal de alerta a los vecinos de Casillas ayer por la tarde de que algo grave ocurría. La humareda provenía de un incendio que estaban esperando que ocurriera «en cualquier momento». La antigua fábrica de zumos Rostoy comenzó a arder por causas que se desconocen, aunque algunos testigos aseguraron que antes de ver el fuego se escucharon varias explosiones.

El Centro de Coordinación de Emergencias recibió más de una veintena de llamadas que avisaban de la gran humareda, que pudo verse casi desde cualquier punto de la ciudad. Tras el aviso, el 112 movilizó a varias unidades de Policía Local, efectivos de bomberos y una Unidad Móvil de Emergencias de prevención por si había heridos, aunque finalmente no tuvo que ser utilizada.

Agentes de la Policía Local cortaron varias calles colindantes a la fábrica y desalojaron a los vecinos de las casas más cercanas. Según fuentes policiales, dentro de las instalaciones de la nave abandonada, que ya no pertenece a la empresa de zumos, podía haber productos peligrosos cuya combustión, sumada a la de los materiales de la infraestructura, generaron una humareda tóxica. De hecho, los agentes tuvieron que vigilar que nadie accediera al recinto equipados con mascarillas para evitar su propia intoxicación. Por su parte, el alcalde de Murcia, José Ballesta, explicó que «el intenso humo» procedía de la quema de «palets».

No es la primera vez que se produce un incendio en las antiguas dependencias de Zumos Rostoy. Desde que la fábrica quedara abandonada, el de este martes es el tercer incendio que se produce. El último ocurrió en la mañana del 31 de diciembre de 2017.

Los vecinos que salieron a la calle a observar las labores de extinción de los bomberos formaron diveros corrillos en los que se criticó la «dejadez» del alcalde. «No es la primera vez que pasa y ya se lo hemos dicho muchas veces. Ahí se meten gamberros, puede entrar cualquiera. Y gracias a Dios, aún no ha pasado ninguna desgracia, pero tienen que poner medidas ya», reivindicó el propietario de una vivienda cercana a la nave.

«La fábrica está al lado del colegio y es muy preocupante que no se ponga seguridad en la puerta de la fábrica para evitar esto», criticaba una vecina.