La polémica por los audios que desveló en exclusiva LA OPINIÓN en los que se escuchaba al concejal de Fomento del Ayuntamiento de Murcia, Roque Ortiz, dando una serie de arengas a los pedáneos del PP en una reunión interna en la sede regional de la calle González Adalid, han desatado la caja de los truenos en el seno de la formación, abriendo una grieta entre la dirección regional y la local, cuya relación ha sido históricamente complicada.

El asunto está marcando estos días la agenda regional y prácticamente todos los actores de la esfera política murciana se han pronunciado sobre la polémica de las declaraciones del concejal de Fomento, que ha sobrepasado incluso nuestras fronteras y ha sido noticia en medios de comunicación de ámbito estatal.

En el día de ayer, se observó una diferencia de tono entre las valoraciones realizadas por los dirigentes del PP de la Región, con el presidente de la Comunidad y del partido, Fernando López Miras, a la cabeza, y las manifestaciones de los políticos municipales, con el alcalde de Murcia, José Ballesta, como máximo exponente. Si los primeros se mostraron contundentes a la hora de condenar las supuestas prácticas inmorales e incluso delictivas que dejaban entrever algunas de las frases de Roque Ortiz («que no se le olvide a la gente que trabaja en las concesionarias, que no se le olvide a la gente a la que le hemos conseguido un trabajo», «estoy dispuesto a gastarme un dinero sin hacer convocatoria pública»), en el Ayuntamiento de Murcia se mostraron más comprensivos con el concejal delegado de Fomento, quien ha sido una de las personas de confianza de José Ballesta desde sus tiempos como rector de la Universidad de Murcia.

Mientras tanto, los partidos de la oposición se están frotando las manos, ya que consideran que el escándalo de la filtración de las grabaciones es una muestra de la debilidad interna por la que atraviesa el Partido Popular, una formación que durante más de dos décadas ha mostrado, al menos de puertas hacia fuera, una férrea cohesión interna. «Que alguien filtre una grabación de una reunión interna era algo inimaginable en el PP hace unos años», dicen algunos en el PSOE, el partido que, por antigüedad, mejor conoce los entresijos de su gran rival.

La convivencia de La Glorieta con la dirección regional del partido y San Esteban nunca ha sido fácil. Ya en los tiempos de Valcárcel y Cámara las relaciones eran distantes. Cada cual a lo suyo. La situación ahora es parecida, con el añadido que Ballesta no tiene, ni mucho menos, el peso que tuvo Miguel Ángel Cámara en el partido, pues fue secretario general durante el prolongado reinado de Ramón Luis Valcárcel.

Para más inri, Ballesta tuvo condicionantes a la hora de elaborar su candidatura electoral. Pudo meter a personas de su confianza, como José Guillén, el propio Roque Ortiz y Antonio Navarro Corchón. En cambio, no tuvo más remedio que contar con otras personas que venían de la anterior época de Cámara. Con unos ha hecho buenas migas, como con Eduardo Martínez-Oliva o Rebeca Pérez, pero con otros como Rafael Gómez, Lola Sánchez Alarcón y Maruja Pelegrín hay menos feeling.

Además, esta última es la secretaria general del Partido Popular regional, nombrada por Pedro Antonio Sánchez en el último congreso regional y confirmada por Fernando López Miras tras el relevo que hubo en la presidencia de la formación en septiembre. Algunos en el Partido Popular no olvidan la cara de póker que se le quedó al alcalde Ballesta cuando PAS anunció ante el auditorio y centro de congreso Víctor Villegas el nombre de la edil Pelegrín como número dos del partido.

No obstante, muchos en el PP consideran que Roque Ortiz acabará marchándose por su propia decisión. «Es muy leal al alcalde y, si Ballesta se lo pide, dimitirá. No le hará daño político».