«Tienen que cambiar las leyes. Y también hace falta que la gente se conciencie de que hay un problema grave con el acoso escolar». Así se expresa Peligros Menárguez, madre de Lucía García, al cumplirse un año de la tragedia: la pequeña, de tan solo 13 años de edad, se ahorcó en su casa de Aljucer. Llevaba tiempo alertando de que sufría acoso escolar. Había escrito notas, sus padres acabaron pidiendo el cambio de instituto y la niña pasó del Ingeniero Juan de la Cierva al Cascales. A los meses, se suicidó.

«Yo ya no espero nada del instituto (Juan de la Cierva). Al principio lo habría esperado, estando mi hija en el tanatorio, pero lo que hicieron fue echar balones fuera. Luego nadie fue... Bueno, fue la profesora de Música, que era la única clase en la que mi hija estaba bien», rememora la mujer.

Preguntada por si recurrirá el archivo del caso, Menárguez apunta que ella y su esposo tienen un año para decidir qué hacen. De momento, apuestan por «tranquilizarnos un poco» y «pensar lo que vamos a hacer». «Nuestra lucha es en contra del acoso», subraya, a lo que añade que «el sistema contra el acoso escolar no funciona, se tendrían que cambiar muchas cosas». Su objetivo, «que no vuelva a pasar lo que pasó con Lucía».

«Vamos a darnos un tiempo para pensar», insiste sobre la posibilidad del recurso. Prefiere quedarse con el cariño de sus vecinos en la concentración del miércoles. «La gente se portó muy bien. Hubo gente que ni me conocía y estuvo allí, apoyándonos y dándonos ánimos. Y ver que la gente se moviliza ante esto ya es favorable», dice.

´En memoria de Lucía. No al acoso escolar´. Eran los lemas de la concentración, en rotundo silencio, que se vivía el pasado miércoles por la tarde en el paseo de Aljucer, por Lucía. En la concentración, los presentes (de todas las edades, muchos de ellos menores) formaron un corazón con velas. Los padres de la víctima, Joaquín y Peligros, que ya no viven en la casa donde la menor se ahorcó, recibieron el cariño de sus vecinos.

Hace un año, tras la muerte de la menor, se reveló que Lucía ya había intentado quitarse la vida en anteriores ocasiones. Debido a los problemas que atravesaba la pequeña, su madre vivía volcada en su cuidado, contaban fuentes cercanas a la familia. Ya en mayo, la mujer encontró una carta escrita por su hija, en la que la menor expresaba ideas suicidas. Fue tras esta misiva cuando la familia cambió a la niña de instituto.

Haciendo un paréntesis, Así apuntaba ayer la madre de la pequeña que se encuentran ella y su esposo. Decidan lo que decidan en el periplo judicial, tienen clara una cosa: «Que esto no se olvide. No sólo por Lucía, sino por todos aquellos que lo están pasando mal» cuando van a clase, por burlas de compañeros o pasotismo de profesores. Los padres de Lucía ya encabezaban, un mes después de su pérdida, una manifestación por las calles de la capital murciana que se convirtió en un clamor contra el bullying.

«Se buscan valientes contra el acoso escolar». «La educación es la vacuna contra la violencia». «Respeta, valiente». «Tus palabras son cuchillos». Son algunas de las frases que se podían leer en las pancartas de la manifestación que, en honor a Lucía, partía de la Plaza Circular de Murcia a las once y media de la mañana, para ir por la Gran Vía con destino al Ayuntamiento.

Peligros Menárguez dijo entonces, antes de que la manifestación partiese de la Redonda, que «el objetivo es concienciar a todos, a padres, profesores, políticos, de que el protocolo que hay no funciona, se queda demasiado escaso». Un año después, su discurso y su lucha siguen intactos.