Las tierras de Murcia y sus gentes han sido particularmente receptivas a las dramatizaciones navideñas, sobre todo a los autos de Reyes Magos muy extendidos por las zonas rurales de toda la Región. Y desde que Churra me acogió entre sus vecinos siempre he vivido estos días con sana envidia, por lo que quería dedicarle un pequeño homenaje de reconocimiento. La huerta de Churra se viste de largo estos días para preparar la puesta en escena de una de sus tradiciones más antiguas: la representación del Auto de Reyes Magos, la noche del día cinco de enero, que cumple con una costumbre de hace siglos, convirtiendo a los vecinos de esta pedanía en grandes protagonistas este día, ya que de entre ellos se seleccionan a los veintidós actores de la obra que con su compromiso desinteresado logran que se levante el telón cada año.

Gracias a los trabajos de investigación del profesor Eusebio Aranda, churrero de nacimiento, sabemos que Churra tiene el honor de ser uno de los lugares más antiguos de este país en conservar la tradición de representar un Auto de Reyes. Desde el siglo XVIII existe constancia de que vecinos de esta pedanía, se congregaban en la 'Cuesta de Piñero', después en la 'Cruz' cada seis de enero para asistir a los primeros actos de la obra?..cuya representación culminaba en el interior de la iglesia. Ahora, después de varias adaptaciones, la escenificación se realiza completa en la plaza de la iglesia la noche de Reyes, contando con un despliegue técnico importante que sostiene el desenlace de la obra.

El Auto de Reyes Magos es una composición de teatro medieval anónima como claro ejemplo de teatro castellano, en la que se narra la historia de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús. Los libretos que desarrollan los actos del Auto de Reyes en la actualidad, probablemente tengan como fuente de referencia la obra de Gaspar Fernández y Ávila, La Infancia de Jesu-Christo, fechado en torno a 1780. A partir de este texto han ido proliferando diferentes adaptaciones, lo que ha hecho posible que en cada lugar en el que se representa muestre sus propias peculiaridades locales. La forma métrica predominante es el romance octosílabo y el lenguaje en que se hace hablar a dos de los protagonistas, los pastores Jusepe y Rebeca, representados como huertanos murcianos, es un español vulgar, con evidentes exageraciones, lo que ha dado lugar a que algunos lo consideren erróneamente 'panocho'.

La obra muestra una notable capacidad plástica y una cuidada puesta en escena que se engrandece en el marco natural de la plaza de la iglesia, en medio de la huerta y acrecentado por la gracia especial murciana que ponen los actores, adecuadamente integrados entre los personajes veteranos y los más jóvenes, conjurados para que el futuro de esta hermosa aventura continúe por muchos años en esta noche mágica.