La cuna de Cristóbal Colón quiere que se la conozca más. Esta ciudad de la Liguria es el puerto italiano al pie de las montañas que cantaba 'Marco', aunque allí, curiosamente, no conozcan el cuento ni la serie. Con el fin de potenciar su promoción como destino turístico cultural y de calidad, frente a la masificación excesiva de urbes como Roma o Venecia, el Ayuntamiento de Génova ha invitado a una delegación murciana a conocer de primera mano el potencial del lugar.

No solo se trata de buscar visitantes. La capital de la Liguria asesorará ahora a Murcia con su 'City Branding' (crear una imagen de marca distintiva de la ciudad) y, asimismo, se está negociando para crear el grupo de trabajo de ciudades interactivas, en el que Génova y la capital de la Región serían cofundadoras y se invitaría a otras urbes europeas para que se uniesen al proyecto. «Génova recién ha descubierto su vocación turística», admitió el vicealcalde de Génova, Stefano Balleari, que recibió a la delegación murciana (encabezada por Mercedes Hernández, jefa del Programas Europeos del Ayuntamiento de Murcia) en su despacho del Ayuntamiento. El político estuvo acompañado por Gianluca Saba, jefe de servicio de turismo y relaciones internacionales del ayuntamiento de Génova.

Fachada de la casa de la Familia de Cristóbal Colón.

El vicealcalde Balleari explicó que, aunque hay temporada de playas, el turismo cultural se puede disfrutar durante todo el año. Admitió que aún no conoce Murcia, pero mostró su deseo de viajar próximamente a la Región para potenciar la unión entre ambas poblaciones. Insistió en que Génova es «una ciudad para descubrir y, cuando se descubre, hace enamorar», a lo que añadió que su historia de «república marítima» no tiene !nada que envidiar» a Florencia o Roma.

Más de 800.000 personas viven en toda el área metropolitana de Génova, que quiere ofrecer al murciano que la visite una oferta que dista bastante del concepto de turismo tradicional. En primer lugar, porque apenas se ven turistas. Ni en el casco antiguo ni en la Catedral ni en el puerto. Cuesta hasta trabajo encontrar una tienda donde comprar un imán o una postal de recuerdo. La cuna de Colón invita a ser descubierta como si el mundo estuviera recién creado. A mirar escaparates y sorprenderse, bien con pesebres artesanos, bien con estancias diminutas donde se forja de pasta fresca, bien con pastelerías centenarias que huelen a chocolate de verdad. A los palacios que brillan en la calle Garibaldi se unen los pequeños altares votivos, dedicados principalmente a la Virgen (reina de la siempre republicana Génova desde 1637) y a San Juan Bautista, el santo patrón.

León en la puerta de la Catedral.

Destaca la Plaza Raffaele de Ferrari, un benefactor de la ciudad que vivió en el siglo XIX. Esta plaza, "el corazón de Génova", tiene a su emblemática fuente mirando a la Bolsa por un lado, al Palacio Ducal por otro y a la Ópera en un costado, y une la ciudad antigua y la moderna: porque, tal y como explicaba este jueves la guía de la delegación murciana, Marina Firpo, Génova son dos ciudades. Una bucea en el Acuario, uno de los más grandes de Europa. Otra de ellas se instala en la citada Plaza Ferrari con un hermoso mercado de miel, huevos y carne y flores.

Toda la zona del casco antiguo (en torno al Castillo) fue hace unos años remodelada, bien por acciones del Ayuntamiento o bien por iniciativas privadas. Fue un entorno algo peligroso hace tiempo y lo han solucionado: muchos bajos fueron confiscados a la Mafia y destinados a fines sociales. Con spray, en sus persianas, se recuerda esta historia.

Reluce también en el casco antiguo la iglesia medieval de San Donato. En una de sus capillas se puede contemplar el hermoso tríptico de la 'Adoración de Los Magos' de Van der Cleve. Impone la Catedral, flanqueada por leones en su exterior, con su brillante rosetón y una enorme capilla, baldaquino incluido, en honor a San Juan.

Curiosidad: Se conserva en el templo una bomba de la Segunda Guerra Mundial que cayó en el centro de la Catedral y no explotó. Entonces se consideró un milagro. Y ahora se muestra allí.

Porta Soprana en el casco viejo

Caminando desde el casco antiguo hasta el puerto, en la pequeña y antigua barbería Giacalone, atestada de art decó, dos hombres y un can aguardan a que llegue la clientela. Génova es un bastión que atesora su belleza secreta. Como el banco de San Jorge, cuyas fachadas están pintadas con frescos de celebran la República y evocan la leyenda del santo. O el curioso claustro triangular del convento de San Agustín, ahora mismo tomado por una peculiar obra de arte contemporáneo hecha con bolsas.

Fue a raíz del Proyecto europeo Urbact para desarrollar un manual de comunicación sobre ciudadanos y redes sociales (con el que se está potenciando la barriada murciana de Santa Eulalia) cuando Génova y Murcia comenzaron su conexión. Mercedes Hernández, sobre esta iniciativa, habló de la importancia de conectar con el ciudadano para que participen en proyectos de desarrollo urbano.

Ahora, al capital de la Liguria busca entre los murcianos a su visitante ideal: culto, tranquilo, que respete y disfrute de la hermosura de la ciudad y la deje intacta. Para que el goce del turista (que en ningún caso es turista en Génova, sino que es siempre viajero, siempre descubridor, como su paisano más famoso) no interfiera con el latido inquebrantable de una población viva e inefable.

Altar votivo en la calle.