Las primeras horas del día ya dibujaban una estampa lúgubre en los cementerios de Murcia. Las nubes oscuras y una fina lluvia hacían cumplir una escena tópica de los camposantos, que rápidamente se difuminó para dar paso a un sol que hizo brillar lápidas y las flores que las guardan en cementerios como el de Nuestro Padre Jesús en Espinardo, que en días como el de ayer reciben hasta 25.000 visitantes. Un día el de este Todos los Santos que, según explican desde el cementerio, ha tenido poca concurrencia por dos motivos: «Este 1 de noviembre ha caído en miércoles, un día malo, y los visitantes han aprovechado los días previos para venir a visitar las tumbas, sobre todo el pasado fin de semana, que tuvimos una gran afluencia de gente, más de la normal».

La lluvia, de todas formas, retrasó la entrada de gran parte de los visitantes ayer hasta el mediodía, momento en el que los familiares, pertrechados con grandes macetas de combinados florales, llegaban hasta las sepulturas y comenzaban a barrer los mausoleos, airear las criptas o pasar los paños por las lápidas, inscripciones y fotografías. Algunas familias, al completo con abuelos, padres e hijos, llegaban con silletas, carpas o mesas para estar un rato frente a las tumbas de sus seres queridos. Las flores más demandadas fueron las margaritas, «las más económicas», comentaban ayer los floristas, que no esperan un buen negocio como el de otros años en el día de Todos los Santos, ya que la lluvia y un miércoles espantan a la gente. Los cuidadores del camposanto tuvieron un día normal como otro cualquiera: «tenemos un entierro por la mañana y dos por la tarde». La vida sigue en el cementerio.