Cada tarde a las ocho, puntual como un reloj suizo, aunque nació en Puebla de Soto, Ana Jiménez Meseguer se calza sus zapatillas plateadas, se cruza el bolso a modo de bandolera y sale de casa con una silleta plegable bajo el brazo. Desde que el día de la Romería de la Fuensanta la Plataforma ProSoterramiento intensificó sus protestas con concentraciones diarias en las vías del tren, esta vecina de 81 años del barrio de El Carmen no ha faltado a la cita y se ha convertido en un verdadero icono de la lucha de los vecinos de la zona sur de Murcia para evitar que la llegada del AVE en superficie divida sus barrios.

Las fotos en las que se la veía cruzando las vías del tren ayudada por los policías nacionales en medio de la tensión entre manifestantes y fuerzas de seguridad en Santiago El Mayor han corrido como la pólvora en redes sociales. Imágenes a las que han seguido otras, sentada en su silla, junto a las vías, caminando con la manifestación hacia la Gran Vía o con las manos levantadas frente a un cordón policial en la estación de El Carmen, imágenes que han hecho que se gane a pulso el sobrenombre de ´la abuela de las vías´.

Ana fue esteticista, aunque dejó de ejercer su profesión tras casarse con su marido, empleado de banca. Ahora es viuda y vive sola en su casa de El Carmen, aunque siempre arropada por el cariño de sus cuatro hijos y sus siete nietos. Una de sus nietas la llamaba hace unos días desde Madrid al ver sus fotos en las redes sociales y le dijo muy emocionada: «¡Abuela, que te has hecho famosa! ¡Todo el mundo habla de ti!», y ella muy nerviosa le preguntó si hablaban de ella bien o mal. «Muy bien, eres todo un icono», le contestaba la joven. Aunque reconoce que la conversación acabó con su nieta pidiéndole que llevara cuidado, que no se metiera en líos.

Ella no tiene miedo. «Estoy luchando por mi barrio, no quiero que estemos divididos y tenemos que conseguir que el AVE llegue soterrado» asegura esta veterana manifestante que nos recibe en casa con la chapa de la Plataforma ProSoterramiento en el pecho, orgullosa de lo que está haciendo por sus vecinos. Sin embargo, echa en falta más unidad de los murcianos, dice que «hay que ser solidario» y le da la impresión de que los habitantes de otras zonas de Murcia piensan que esta lucha no va con ellos.

Una de las medidas más criticadas por los manifestantes durante los últimos días ha sido la presencia policial, que han llegado a calificar de excesiva. Empujones, cargas policiales y bloqueo en determinados puntos de las protestas han hecho que muchos critiquen las órdenes que salen de la Delegación del Gobierno. Pero ´la abuela de las vías´ sólo tiene buenas palabras para los agentes con los que ha compartido tantas y tantas horas. «Son muy cariñosos, sólo hacen su trabajo», explica, mientras recuerda que uno de ellos le dijo que se colocara detrás de él, que antes recibiría él el golpe que dejar que le dieran a ella. «Junto a ellos me siento protegida y yo, la verdad, no he visto ´porrazos´», afirma en referencia a la carga policial de la que se les acusa el 14 de septiembre.

El pasado fin de semana grupos de ultras radicales protagonizaron los momentos más violentos, lanzando piedras y botellas a los antidisturbios y llegando a agredir a dos policías nacionales tras la protesta del sábado. Ana Jiménez cree que la presencia de estos jóvenes distorsiona el fin de las concentraciones, y llega a afirmar que «si pillo yo a uno de esos se entera. Lo cojo por la chaqueta y no lo suelto hasta que se lo lleve la Policía». Una muestra de la valentía de esta mujer que a sus 81 años no duda en salir cada día a reclamar lo que considera justo.

Al ser preguntada por las promesas de los políticos le da la risa y dice que no se las cree «ni loca» hasta que no vea que quitan las máquinas y paran las obras. Pero le anima ver la fuerza que está cogiendo la Plataforma ProSoterramiento, «parece que la gente ha despertado y nos hemos tirado a la calle a defender lo que es nuestro». Por eso, hoy volverá a salir a las vías del tren a las ocho de la tarde con su silla plegable, donde descansa por momentos las molestias de espalda que tiene por dos vértebras dañadas. Allí estará, como cada tarde, la abuela del soterramiento.